Queridos hermanos después de una larga ausencia retomamos el blog la verdad absoluta próximamente comenzaremos a editar nuevos articulos y
Testimonios .. Dios los bendiga
LA VERDAD ABSOLUTA
BLOG CRISTIANO EVANGELICO
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sábado, 25 de abril de 2015
viernes, 21 de marzo de 2014
DEPRESIÓN NERVIOSA
“Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”
(1Re_19:4).
Cuando esto viene, es algo así. Sientes que Dios te ha abandonado, aun cuando sabes bien que nunca deja a los Suyos. Vas a la Palabra de Dios buscando consuelo, y te topas con uno de aquellos pasajes que hablan del pecado imperdonable o de la condición sin esperanza del apóstata. Experimentas la frustración de tener que soportar esta aflicción sin que exista cirugía que la quite ni medicinas que la curen. Tus amigos sugieren que te “animes” pero no te dicen cómo. Oras y anhelas encontrar algún remedio de efecto inmediato, pero todo es en vano. Mientras que la postración nerviosa viene en kilos, se va en gramos. Todo lo que puedes hacer es pensar es en ti mismo y en tu miseria. En tu desánimo, deseas que Dios intervenga y te dé la muerte.
Una depresión como ésta puede tener causas diferentes. Puede tratarse de un problema físico como la anemia, por ejemplo, que hace que la mente nos juegue una mala pasada. Puede ser una causa espiritual: algún pecado sin confesar o sin perdonar. Es posible que sea un problema emocional: la infidelidad de la esposa, el exceso de trabajo o el agotamiento nervioso que provoca la tensión mental extrema. Quizás es provocada por un medicamento al que reaccionamos desfavorablemente.
¿Qué puede hacerse? Primero, ve a Dios en oración, pidiéndole que realice en tu vida Sus propósitos maravillosos. Confiesa y abandona todo pecado conocido. Perdona a cualquiera que te haya agraviado. Luego, hazte un chequeo médico general para saber si el origen de la depresión es alguna enfermedad física. Toma medidas drásticas para eliminar las causas del trabajo excesivo, las penas, la ansiedad y cualquier otra cosa que pudiera estar acosándote. El descanso regular, la comida sana y el ejercicio físico al aire libre siempre constituyen una buena terapia.
De ahí en adelante, debes aprender a ir al paso, atreviéndote a decir “no” a todo reclamo que pudieran llevarte una vez más al borde del desastre.
miércoles, 19 de marzo de 2014
PADRE HE PECADO
“Padre, he pecado...”
(Luc_15:21).
Nada dice el pasaje de que el padre envió ayuda a su hijo pródigo mientras andaba en aquel país lejano. De haber hecho así, habría obstruido la obra de Dios en la vida de aquel rebelde. La meta del Señor era que el descarriado descendiera hasta abajo del todo. Sabía que el hijo tendría que llegar al fin de sí mismo, y que nunca levantaría los ojos a menos que hubiera tocado fondo. Cuanto antes se le rompiera la costra a la oveja descarriada, tanto mejor para él. El padre simplemente encomendó a su hijo al Señor, y esperó a que la crisis llegara al extremo.
ésta es una de las cosas más duras que los padres deben hacer, especialmente para las madres. La tendencia natural es sacar del apuro al hijo o a la hija rebeldes de cada situación difícil en que el Señor los coloca. Pero todo lo que estos padres consiguen es estorbar Su propósito y prolongar la agonía del ser amado.
Spurgeon dijo una vez: “El verdadero amor para aquellos que yerran consiste en no fraternizar con ellos en su error sino ser fieles a Jesús en todas las cosas”. Amar a una persona es no consentirla en su iniquidad. Por el contrario, el amor pone a la persona en las manos del Señor y ora: “Señor, restáurale, no importa cuál pueda ser el costo”.
Uno de los errores más grandes que David cometió fue traer de regreso a Absalón antes de que éste mostrara arrepentimiento. Un poco después Absalón ganaba los corazones del pueblo y tramaba una revuelta contra su padre. Finalmente hizo huir de Jerusalén a su padre y fue ungido como rey en su lugar. Pese a que Absalón se puso en camino con su ejército para destruir a David, este último instruyó a sus hombres a que le perdonaran la vida en el caso de una confrontación. Pero Joab lo pensó mejor e hirió de muerte a Absalón.
Los padres que están dispuestos a soportar el dolor de ver como el Señor humilla a su hijo o hija obligándolos a vivir en una pocilga, a menudo les ahorran un pesar más grande.
«Cuando el hombre descubre su pecado, Dios lo cubre. Cuando
el hombre tapa su pecado, Dios lo destapa. Cuando el hombre confiesa su pecado,
Dios lo perdona».
San Agustín.
San Agustín.
lunes, 17 de marzo de 2014
DIOS Y LA SUERTE
“Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero”
(Gen_39:2).
He oído que una de las primeras versiones de la Biblia Inglesa traducía así este versículo: “Y el Señor estaba con José, y era un joven con suerte”. Quizás la expresión: “con suerte” en aquellos tiempos tenía un significado diferente. Pero nos alegramos de que los traductores posteriores hayan sacado a José del reino de la suerte.Para el hijo de Dios la suerte no existe. Su vida está controlada, guardada y planeada por un amoroso Padre Celestial. Nada le sucede por casualidad.
Siendo esto así, es impropio que un cristiano le desee “buena suerte” a otro; tampoco debe decir “estoy de suerte”. Todas estas expresiones niegan la verdad de la providencia divina.
El mundo de los incrédulos asocia algunas cosas con la buena suerte: la pata de un conejo, el hueso del deseo, un trébol de cuatro hojas, la herradura de un caballo (¡siempre con los extremos apuntando hacia arriba para que la suerte no se escape!). La gente cruza los dedos y toca madera, como si estas acciones afectaran de manera favorable los eventos o apartaran la mala fortuna.
Estas mismas personas asocian también otras cosas con la mala suerte: un gato negro, el martes 13, pasar debajo de una escalera, el número 13 en la puerta de una habitación o sobre el piso de un edificio. Es triste pensar en todos los que viven bajo la esclavitud de estas supersticiones, una servidumbre innecesaria e infructuosa.
En Isa_65:11 Dios amenazó con castigar a aquellos de Judá que adoraban a los dioses de la suerte y la fortuna:
Pero vosotros los que dejáis a Jehová,
Que olvidáis mi santo monte,
Que ponéis mesa para la Fortuna,
Y suministráis libaciones para el Destino.
No sabemos con seguridad el pecado particular que esto apunta, pero parece ser que la gente traía ofrendas a los ídolos asociados con la suerte y el azar. Dios lo aborrecía y hasta ahora lo aborrece.
Qué confianza nos da saber que no somos los juguetes impotentes del destino, del azar ciego o del giro caprichoso de imaginarios dados cósmicos. Todo en nuestra vida está planeado, lleno de significado y propósito. Para nosotros todo lo que sucede depende de nuestro Padre, no del destino; de Cristo, no de la casualidad; del amor, no de la suerte.
PRIMOGENITURA
“Esaú... por una sola comida vendió su primogenitura”
(Heb_12:16).
Ocurre con frecuencia que los hombres cambian los verdaderos valores de la vida por una gratificación momentánea de los apetitos físicos. Esto es lo que hizo Esaú. Venía de regreso del campo, cansado y hambriento. En aquel momento Jacob cocinaba un guiso rojo. Cuando Esaú le pidió un plato de aquel delicioso potaje, Jacob le dijo: “Sí, pero a cambio véndeme hoy tu primogenitura”.
La primogenitura era un valioso privilegio que pertenecía al hijo mayor de una familia. Era valioso porque le daba el privilegio de llegar a ser el jefe indiscutible de la familia o tribu y el derecho a una doble porción de la herencia.
Pero en ese momento, Esaú consideró que su primogenitura no tenía valor. ¿En qué puede beneficiarle una primogenitura, pensó, a un hombre muerto de hambre como yo? Su hambre parecía tan agobiante que estuvo dispuesto a dar cualquier cosa para satisfacerla. Para calmar su apetito momentáneo estuvo dispuesto a entregar algo que era de valor imperecedero. ¡Y sin más realizó el terrible negocio!
Un drama similar vuelve a presentarse casi todos los días. Por ejemplo, he aquí un hombre que ha mantenido un buen testimonio durante muchos años. Tiene el amor de una buena familia y el respeto de sus compañeros cristianos. Cuando habla, sus palabras tienen autoridad espiritual, y su servicio tiene la bendición de Dios. Es un creyente modelo.
Pero entonces surge un momento de fiera pasión. Parece como si el fuego de la tentación sexual lo consumiera. De pronto nada parece más importante que la satisfacción de este impulso físico. Está decidido a sacrificarlo todo por esa unión ilícita así que se abandona al poder del deseo.
¡Y de esta forma da el salto descabellado! Por aquel momento fugaz de pasión, cambia el honor de Dios, su propio testimonio, la estima de su familia, el respeto de sus amigos y el poder de un auténtico carácter cristiano. Como Alexander Maclaren decía, “Se abandona a sus deseos dando la espalda a la justicia; desprecia los goces de la comunión divina; oscurece su alma; termina su prosperidad; cae sobre su cabeza una catarata de calamidades por el resto de los años que le quedan y hace de su nombre y su religión un blanco para las burlas crueles de las generaciones sucesivas de mofadores”.
En las clásicas palabras de la Escritura, vende su primogenitura por un plato de lentejas.
viernes, 14 de marzo de 2014
EL SENTIDO DE LA VIDA
A los animales que no hablan, o los sometemos y adiestramos, o nos los comemos, siempre y en todos los casos. Sin embargo, a los seres pensantes y hablantes, nunca se les puede someter, solo temporalmente por algún loco tirano que cree que es dueño de todo y que está sobre todos; pero ninguno lo ha logrado jamás de manera absoluta. ¿Por qué? Porque somos libres, somos seres libres en última instancia. La libertad de ser hombres libres nunca le pueden matar, como dijera Viktor Frank en lo último de las libertades humanas.- La elección es la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.- Nadie decide por ti, la última decisión está en tu corazón y en tu boca.
El ser humano dispone de una enorme área de libertad, pero con límites muy específicos. La capacidad de movimientos es enorme, pero las limitaciones también lo son. Creo en la capacidad del ser humano para escoger, a diferencia de otros seres vivos, podemos escoger libremente en muchas formas y direcciones, pero cada decisión, cada elección, tiene un coste y unas consecuencias, y esta verdad es un axioma que no tiene objeción.
Las cosas, son solo el arte o la expresión de la vida con sentido. Las cosas, son todo lo que hacemos, producimos y realizamos, y es donde los seres humanos expresamos nuestras vidas. Pero la vida tiene un sentido más profundo, amplio y generoso; es triste la persona que no ama la vida.
En el idioma griego, la palabra “Logos” tiene muchas acepciones, entre ellas, “palabra”, “verbo”, y “sentido” o “significado”. En el Evangelio se nos explica que Logos significa que Dios habla, que el único Dios verdadero creador de cielos y tierra, nuestro Creador, no está callado; Él es el único Dios pensante y hablante. Él nos ha creado con la capacidad de pensar y hablar, por eso somos hechos a su imagen y semejanza.
“El Verbo era Dios…” y más adelante leemos… “El Verbo se hizo carne”. Aquella palabra que no entendíamos, vino a tener sentido para nosotros; así Él vino al mundo para dar significado a nuestra vida. Comprobarlo, sin verbo no hay posibilidad de comunicarnos; el Verbo vino al mundo para explicarnos el sentido de la vida. Que la vida no acaba aquí, que tiene una proyección a los espacios y tiempos abiertos sin fin.
Todo lo que acontece y hacemos aquí en la tierra es muy importante, pero es temporal. Todo coopera para una mayor comprensión de la vida. Dios siempre tuvo una relación afectiva de amor, Él desea que nos conozcamos, que nos amemos y nos podamos explicar por medio del arte de hablar, que nos expresemos por medio del arte, la escritura, la palabra, la música, la arquitectura, la pintura y la expresión corporal. Descubrir el arte de amar, pero no amar las cosas como primer objetivo; pues eso tendría que ver con el arte de tener, y algunos tienen mucho oficio en ese arte. Yo me refiero al arte de amar, de ser, de encontrar la verdadera comunicación, el verdadero sentido de la vida.
“La fe viene por el oír, y por el oír de la Palabra de Dios”. (San Pablo)
“La palabra que yo os he hablado, son espíritu y son vida”. (Jesucristo)
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jesucristo)
jueves, 13 de marzo de 2014
LA GLORIA VENIDERA
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom_8:18).
Consideradas en sí mismas, las aflicciones del tiempo presente pueden ser espantosas. Reflexiono en los horribles sufrimientos de los mártires cristianos. Pienso en lo que algunos del pueblo de Dios han tenido que soportar en los campos de concentración. ¿Qué diremos acerca de los horribles sufrimientos asociados con la guerra? ¿Los crueles desmembramientos y parálisis relacionados con los accidentes? ¿El dolor indecible de los cuerpos humanos atormentados por el cáncer u otras enfermedades?
Y sin embargo, el sufrimiento físico tan sólo es parte de la historia. En ocasiones parece que el dolor corporal es más fácil de sobrellevar que la tortura mental. ¿No es lo que Salomón tenía en mente cuando escribió: “El ánimo del hombre soportará su enfermedad; más ¿quién soportará al ánimo angustiado?” (Pro_18:14) Están las aflicciones que vienen con la infidelidad en la relación matrimonial, con la muerte de un ser amado o con la desilusión que viene tras un sueño hecho pedazos. Nos acongojamos al ser abandonados, y al ser traicionados por un amigo cercano. A menudo nos asombramos ante la capacidad de la constitución humana para soportar los golpes, las agonías y los dolores aplastantes de la vida.
Vistas por ellas mismas, estas aflicciones son abrumadoras. Pero cuando se ven junto a la gloria venidera, sólo son pinchazos de alfiler. Pablo dice de éstas que no son: “comparables con la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros”. Si los sufrimientos son tan grandes, ¡cuánto más grande debe ser la gloria!
En otro pasaje, el apóstol Pablo se entrega a un delicioso estallido de imágenes espirituales cuando dice que: “esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2Co_4:17). Visto a gran escala, las aflicciones son peso pluma mientras que la gloria tiene un peso infinito. Si las juzgamos por el calendario, las aflicciones son momentáneas mientras que la gloria es eterna.
Cuando veamos al Salvador al final de la jornada, los sufrimientos de este tiempo presente se desvanecerán convirtiéndose en una insignificancia.
Cuando veamos a Jesús, todo habrá valido la pena.
Aun la prueba más grande, aquel día se verá pequeña.
Una mirada de su rostro amado, toda pena borrará,
Con tal de ver a Cristo, con valor el paso apretaré.
Consideradas en sí mismas, las aflicciones del tiempo presente pueden ser espantosas. Reflexiono en los horribles sufrimientos de los mártires cristianos. Pienso en lo que algunos del pueblo de Dios han tenido que soportar en los campos de concentración. ¿Qué diremos acerca de los horribles sufrimientos asociados con la guerra? ¿Los crueles desmembramientos y parálisis relacionados con los accidentes? ¿El dolor indecible de los cuerpos humanos atormentados por el cáncer u otras enfermedades?
Y sin embargo, el sufrimiento físico tan sólo es parte de la historia. En ocasiones parece que el dolor corporal es más fácil de sobrellevar que la tortura mental. ¿No es lo que Salomón tenía en mente cuando escribió: “El ánimo del hombre soportará su enfermedad; más ¿quién soportará al ánimo angustiado?” (Pro_18:14) Están las aflicciones que vienen con la infidelidad en la relación matrimonial, con la muerte de un ser amado o con la desilusión que viene tras un sueño hecho pedazos. Nos acongojamos al ser abandonados, y al ser traicionados por un amigo cercano. A menudo nos asombramos ante la capacidad de la constitución humana para soportar los golpes, las agonías y los dolores aplastantes de la vida.
Vistas por ellas mismas, estas aflicciones son abrumadoras. Pero cuando se ven junto a la gloria venidera, sólo son pinchazos de alfiler. Pablo dice de éstas que no son: “comparables con la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros”. Si los sufrimientos son tan grandes, ¡cuánto más grande debe ser la gloria!
En otro pasaje, el apóstol Pablo se entrega a un delicioso estallido de imágenes espirituales cuando dice que: “esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2Co_4:17). Visto a gran escala, las aflicciones son peso pluma mientras que la gloria tiene un peso infinito. Si las juzgamos por el calendario, las aflicciones son momentáneas mientras que la gloria es eterna.
Cuando veamos al Salvador al final de la jornada, los sufrimientos de este tiempo presente se desvanecerán convirtiéndose en una insignificancia.
Cuando veamos a Jesús, todo habrá valido la pena.
Aun la prueba más grande, aquel día se verá pequeña.
Una mirada de su rostro amado, toda pena borrará,
Con tal de ver a Cristo, con valor el paso apretaré.
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