biblia
viernes, 27 de septiembre de 2013
LA SALVACIÓN SOLO PERTENECE A DIOS
" LA SALVACIÓN ES DE JEHOVÁ"
JONÁS 2:9
A todos nos es familiar el celoso “ganador de almas” que va de un lado a otro, “pescando” a personas, guiándolas por medio de una fórmula de salvación, e insistiéndoles de tal modo que éstas hacen una pequeña oración y profesión de fe, con tal de quitarse al pesado de encima. éste añade otro convertido a su lista y alza la vista buscando más cabezas que contar. ¿Así se evangeliza?
Debemos admitir que no. Eso más bien es acoso religioso y proceder ilícito, y como cualquiera otra cosa hecha según las fuerzas de la carne, hace más mal que bien.
John Stott tenía razón al escribir: “Cristo tiene las llaves. Es él quien abre las puertas. Entonces, no forcemos bruscamente las puertas que aún están cerradas. Hemos de esperar que él nos las abra. La causa de Cristo es continuamente perjudicada a causa del testimonio brusco o irrespetuoso. Sin duda, tenemos que hacer lo posible para ganar a nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo para Cristo. Pero a veces corremos demasiado y nos adelantamos a Dios. ¡Paciencia! Ora con fervor y ama mucho, y estate en continua expectación para aprovechar toda oportunidad que se te presente para testificar”.
Aunque podamos no estar de acuerdo con mucha de la doctrina de Dietrich Bonhoeffer, haremos bien en tomar en serio estas palabras suyas: “La palabra de salvación tiene sus límites. No hay poder ni derecho para forzársela a otros... Todo intento de imponer el Evangelio por la fuerza, de perseguir a la gente y proselitizarla, de usar nuestros propios recursos para apañar la salvación de otras personas, es tanto inútil como peligroso...Tan sólo obtendremos la rabia ciega de corazones duros y entenebrecidos, y todo será inútil y dañino. Nuestra facilidad traficando la palabra de gracia barata aburre y disgusta al mundo de tal modo que, al final, se vuelve contra aquellos que intentan forzar algo no deseado”.
La verdadera conversión es una obra del Espíritu Santo. No es de “voluntad de varón”, en el sentido de que el hombre no la puede producir por su propio esfuerzo, por muy buena intención que tenga. Cuando se le presiona a alguien para que profese a Cristo sin tener el pleno consentimiento de su voluntad, la persona se desilusiona e insensibiliza, convirtiéndose en muchos caso en enemigo de la Cruz de Cristo.
Cuando el Espíritu Santo nos usa para la salvación de otra persona, participamos de una de las mayores experiencias de la vida. Pero resulta en algo estrafalario y grotesco cuando intentamos hacerlo en nuestras propias fuerzas.
jueves, 26 de septiembre de 2013
BIOGRAFÍAS DE HERMANOS DE ESPAÑA
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Manuel Matamoros García |
martes, 24 de septiembre de 2013
PRIMER TRADUCTOR DE LA BIBLIA EN CASTELLANO
Casiodoro de Reina
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lunes, 23 de septiembre de 2013
TESTIMONIO DE CIPRIANO DE VALERA
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Cipriano de Valera |
sábado, 21 de septiembre de 2013
¿ QUIERES CONOCER A DIOS ?
SI NO CONOCES AL SEÑOR JESÚS Y NO LE TIENES COMO SEÑOR Y SALVADOR DE TU VIDA VE ESTE VIDEO JESÚS TE AMA EL TE QUIERE SALVAR Y LLEVATE AL CIELO .DIOS TE BENDIGA .
http://www.youtube.com/watch?v=DqjGWrag-Tk
si tienes alguna pregunta o quieres que oremos por ti puedes dirigirte al siguiente correo :
joseluis41_64@msn.com
viernes, 20 de septiembre de 2013
¿Existe Dios? ¿Hay evidencia de la existencia de Dios?
Respuesta:¿Existe Dios? Encuentro interesante que se de tanta atención a este debate. Las últimas encuestas nos dicen que sobre el 90% de la gente en el mundo de hoy, cree en la existencia de Dios o en algún poder más alto. Sin embargo, de algún modo, la responsabilidad se coloca sobre aquellos quienes creen que Dios existe, para de alguna manera probar que El en realidad existe. Yo personalmente pienso que la responsabilidad está sobre los que no creen.
Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser probada o desmentida. Aún la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara así, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que El existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Sin embargo, eso no significa que no hay evidencia de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, al ver la belleza de la puesta del sol – vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también hay evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, “…y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres…” Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo.
Intelectualmente podemos negar este conocimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, todavía está ahí. A pesar de todo esto, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que sobre el 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios – debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.
Además de los argumentos bíblicos para la existencia de Dios, hay argumentos lógicos. Primero, tenemos el argumento ontológico. La forma más popular del argumento ontológico, usa básicamente el concepto de Dios para probar Su existencia. Este comienza con la definición de Dios como “Ese del cual no puede ser concebido uno más grande”. Entonces se sostiene que existir es mayor que no existir, y por tanto el mayor ser concebible debe existir. Si Dios no existió, entonces Dios no sería el mayor ser concebible – pero eso iría a contradecir la definición misma de Dios. El segundo es el argumento teológico. El argumento teológico dice que desde que el universo despliega tal maravilloso diseño, debe haber habido un diseñador Divino. Por ejemplo, aún si la tierra estuviera unos pocos cientos de millas más cerca o más lejos del sol, no sería capaz de mantener mucha de la vida que en la actualidad lo hace. Si los elementos en nuestra atmósfera fueran diferentes aún en un pequeño porcentaje, cada cosa viviente sobre la tierra moriría. Las probabilidades de una simple molécula de proteína formada por casualidad es 1 en 10 elevado a la potencia 243 (es decir, 10 seguido de 243 ceros). Una simple célula consta de millones de moléculas de proteína.
Un tercer argumento lógico para la existencia de Dios es el denominado argumento cosmológico. Cada efecto debe tener una causa. Este universo y todo lo que en el hay es un efecto. Debe haber algo que causó que todo existiera. A la larga, debe haber algo “sin-razón” a fin de provocar que todo lo demás exista. Esa “sin-razón” es Dios. Un cuarto argumento es conocido como el argumento moral. Cada cultura a través de la historia ha tenido alguna forma de ley. Todos tienen un sentido de lo correcto y lo erróneo. El asesinato, la mentira, el robo, y la inmoralidad son rechazados casi universalmente. ¿De dónde vino ese sentido de lo correcto y lo erróneo, sino de un Dios santo?
A pesar de todo esto, la Biblia nos dice que la gente va a rechazar el conocimiento claro e innegable de Dios, y en lugar de ello, creer una mentira. Romanos 1:25 declara, “Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” La Biblia también proclama que la gente no tiene excusa para no creer en Dios, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).
La gente demanda no creer en Dios porque “no es científico” o “porque no hay pruebas”. La razón verdadera es que una vez que la gente admite que hay un Dios, también deben darse cuenta de que son responsables hacia Dios y que están necesitados de Su perdón (Romanos 3:23; 8:23). Si Dios existe, entonces somos responsables por nuestras acciones hacia El. Si Dios no existe, entonces podemos hacer lo que queramos sin tener que preocuparnos porque Dios nos juzgue. Creo que esa es la razón por la que muchos en esta sociedad, están tan fuertemente aferrados a la evolución – para dar a la gente una alternativa de creer en un Dios Creador. Dios existe y a la larga todo el mundo sabe que El existe. El hecho mismo de que algunos intenten tan agresivamente refutar Su existencia es de hecho un argumento para Su existencia.
Permítame dar un último argumento para la existencia de Dios. ¿Cómo sé que existe Dios? Yo sé que Dios existe porque hablo con El todos los días. No lo escucho hablándome con voz audible, pero siento Su presencia, siento Su guía, conozco Su amor, deseo Su gracia. Han ocurrido cosas en mi vida que no tienen otra explicación posible sino Dios. Dios me ha salvado tan milagrosamente y ha cambiado mi vida que no puedo sino reconocer y alabar Su existencia. Ninguno de estos argumentos en sí, pueden persuadir a alguien que rehúsa reconocer lo que es tan claro. Al final, la existencia de Dios debe ser aceptada por fe (Hebreos 11:6). La fe en Dios no es un salto ciego a la oscuridad, este es un paso seguro a una habitación bien iluminada en donde ya se encuentra el 90% de la gente.
Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser probada o desmentida. Aún la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara así, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que El existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Sin embargo, eso no significa que no hay evidencia de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, al ver la belleza de la puesta del sol – vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también hay evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, “…y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres…” Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo.
Intelectualmente podemos negar este conocimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, todavía está ahí. A pesar de todo esto, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que sobre el 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios – debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.
Además de los argumentos bíblicos para la existencia de Dios, hay argumentos lógicos. Primero, tenemos el argumento ontológico. La forma más popular del argumento ontológico, usa básicamente el concepto de Dios para probar Su existencia. Este comienza con la definición de Dios como “Ese del cual no puede ser concebido uno más grande”. Entonces se sostiene que existir es mayor que no existir, y por tanto el mayor ser concebible debe existir. Si Dios no existió, entonces Dios no sería el mayor ser concebible – pero eso iría a contradecir la definición misma de Dios. El segundo es el argumento teológico. El argumento teológico dice que desde que el universo despliega tal maravilloso diseño, debe haber habido un diseñador Divino. Por ejemplo, aún si la tierra estuviera unos pocos cientos de millas más cerca o más lejos del sol, no sería capaz de mantener mucha de la vida que en la actualidad lo hace. Si los elementos en nuestra atmósfera fueran diferentes aún en un pequeño porcentaje, cada cosa viviente sobre la tierra moriría. Las probabilidades de una simple molécula de proteína formada por casualidad es 1 en 10 elevado a la potencia 243 (es decir, 10 seguido de 243 ceros). Una simple célula consta de millones de moléculas de proteína.
Un tercer argumento lógico para la existencia de Dios es el denominado argumento cosmológico. Cada efecto debe tener una causa. Este universo y todo lo que en el hay es un efecto. Debe haber algo que causó que todo existiera. A la larga, debe haber algo “sin-razón” a fin de provocar que todo lo demás exista. Esa “sin-razón” es Dios. Un cuarto argumento es conocido como el argumento moral. Cada cultura a través de la historia ha tenido alguna forma de ley. Todos tienen un sentido de lo correcto y lo erróneo. El asesinato, la mentira, el robo, y la inmoralidad son rechazados casi universalmente. ¿De dónde vino ese sentido de lo correcto y lo erróneo, sino de un Dios santo?
A pesar de todo esto, la Biblia nos dice que la gente va a rechazar el conocimiento claro e innegable de Dios, y en lugar de ello, creer una mentira. Romanos 1:25 declara, “Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” La Biblia también proclama que la gente no tiene excusa para no creer en Dios, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).
La gente demanda no creer en Dios porque “no es científico” o “porque no hay pruebas”. La razón verdadera es que una vez que la gente admite que hay un Dios, también deben darse cuenta de que son responsables hacia Dios y que están necesitados de Su perdón (Romanos 3:23; 8:23). Si Dios existe, entonces somos responsables por nuestras acciones hacia El. Si Dios no existe, entonces podemos hacer lo que queramos sin tener que preocuparnos porque Dios nos juzgue. Creo que esa es la razón por la que muchos en esta sociedad, están tan fuertemente aferrados a la evolución – para dar a la gente una alternativa de creer en un Dios Creador. Dios existe y a la larga todo el mundo sabe que El existe. El hecho mismo de que algunos intenten tan agresivamente refutar Su existencia es de hecho un argumento para Su existencia.
Permítame dar un último argumento para la existencia de Dios. ¿Cómo sé que existe Dios? Yo sé que Dios existe porque hablo con El todos los días. No lo escucho hablándome con voz audible, pero siento Su presencia, siento Su guía, conozco Su amor, deseo Su gracia. Han ocurrido cosas en mi vida que no tienen otra explicación posible sino Dios. Dios me ha salvado tan milagrosamente y ha cambiado mi vida que no puedo sino reconocer y alabar Su existencia. Ninguno de estos argumentos en sí, pueden persuadir a alguien que rehúsa reconocer lo que es tan claro. Al final, la existencia de Dios debe ser aceptada por fe (Hebreos 11:6). La fe en Dios no es un salto ciego a la oscuridad, este es un paso seguro a una habitación bien iluminada en donde ya se encuentra el 90% de la gente.
DORMIR EN EL SEÑOR
“...los que durmieron en él”
(1Te_4:14).
¿Cómo hemos de reaccionar cuando uno de nuestros seres queridos muere en el Señor? Algunos cristianos se derrumban emocionalmente. Otros, aunque afligidos, son capaces de sostenerse heroicamente. Todo depende de cuán profundamente estemos arraigados en Dios y hasta qué punto nos hayamos apropiado de las grandes verdades de nuestra fe.
En primer lugar, debemos ver la muerte desde el punto de vista del Salvador. Es una respuesta a lo que él oro en Jua_17:24, “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria...” Cuando nuestros seres queridos van a estar con él, él ve el fruto de Su aflicción y queda satisfecho (Isa_53:11). “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos” (Sal_116:15).
En segundo lugar, debemos tomar en consideración qué significa la muerte para aquel que la experimenta. Se le permite ver al Rey en Su hermosura. Es librado para siempre del pecado, la enfermedad, el sufrimiento y las penas. Es arrebatado de la aflicción (Isa_57:1). “Nada se compara con la partida de un santo de Dios ...llegar a la casa del Padre, dejar atrás aquellos viejos terrones de lodo, ser libertado de la esclavitud de lo material, recibido por la innumerable compañía de ángeles”. Ryle escribió: “En el mismo momento en que los creyentes mueren, entran al paraíso. Han peleado la batalla, su contienda ha terminado. Por fin tocan el otro lado de ese valle tenebroso por el que un día hemos de caminar. Desembarcan en la otra orilla de ese oscuro río por el que algún día tenemos que cruzar. Han bebido esa última copa amarga que el pecado ha mezclado y preparado para el hombre. Han llegado a aquel lugar donde la pena y el gemido ya no existen más. ¡Ciertamente no debemos desear que regresen otra vez! Es por nosotros mismos y no por ellos que tenemos que llorar”. La fe se apropia esta verdad y se fortalece como árbol plantado junto a corrientes de aguas.
Para nosotros, la muerte de un ser querido va acompañada de tristeza. Pero no debemos entristecernos como los demás que no tienen esperanza (1Te_4:13). Sabemos que nuestros seres queridos están con Cristo, lo que es muchísimo mejor. Sabemos que la separación es tan sólo por un poco de tiempo. Después nos reuniremos en las laderas de la tierra de Emanuel, y nos volveremos a ver en mejores circunstancias que en las que nos conocimos aquí abajo. Esperamos con ansia la venida del Señor cuando los muertos en Cristo resucitarán primero, luego nosotros los que vivamos, los que hallamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1Te_4:16-17). Esta esperanza hace la diferencia.
El consuelo de Dios no es demasiado pequeño (Job_15:11). Nuestra tristeza está mezclada con gozo, y nuestro sentido de pérdida está más que compensado con la promesa de una bendición eterna.
(1Te_4:14).
¿Cómo hemos de reaccionar cuando uno de nuestros seres queridos muere en el Señor? Algunos cristianos se derrumban emocionalmente. Otros, aunque afligidos, son capaces de sostenerse heroicamente. Todo depende de cuán profundamente estemos arraigados en Dios y hasta qué punto nos hayamos apropiado de las grandes verdades de nuestra fe.
En primer lugar, debemos ver la muerte desde el punto de vista del Salvador. Es una respuesta a lo que él oro en Jua_17:24, “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria...” Cuando nuestros seres queridos van a estar con él, él ve el fruto de Su aflicción y queda satisfecho (Isa_53:11). “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos” (Sal_116:15).
En segundo lugar, debemos tomar en consideración qué significa la muerte para aquel que la experimenta. Se le permite ver al Rey en Su hermosura. Es librado para siempre del pecado, la enfermedad, el sufrimiento y las penas. Es arrebatado de la aflicción (Isa_57:1). “Nada se compara con la partida de un santo de Dios ...llegar a la casa del Padre, dejar atrás aquellos viejos terrones de lodo, ser libertado de la esclavitud de lo material, recibido por la innumerable compañía de ángeles”. Ryle escribió: “En el mismo momento en que los creyentes mueren, entran al paraíso. Han peleado la batalla, su contienda ha terminado. Por fin tocan el otro lado de ese valle tenebroso por el que un día hemos de caminar. Desembarcan en la otra orilla de ese oscuro río por el que algún día tenemos que cruzar. Han bebido esa última copa amarga que el pecado ha mezclado y preparado para el hombre. Han llegado a aquel lugar donde la pena y el gemido ya no existen más. ¡Ciertamente no debemos desear que regresen otra vez! Es por nosotros mismos y no por ellos que tenemos que llorar”. La fe se apropia esta verdad y se fortalece como árbol plantado junto a corrientes de aguas.
Para nosotros, la muerte de un ser querido va acompañada de tristeza. Pero no debemos entristecernos como los demás que no tienen esperanza (1Te_4:13). Sabemos que nuestros seres queridos están con Cristo, lo que es muchísimo mejor. Sabemos que la separación es tan sólo por un poco de tiempo. Después nos reuniremos en las laderas de la tierra de Emanuel, y nos volveremos a ver en mejores circunstancias que en las que nos conocimos aquí abajo. Esperamos con ansia la venida del Señor cuando los muertos en Cristo resucitarán primero, luego nosotros los que vivamos, los que hallamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1Te_4:16-17). Esta esperanza hace la diferencia.
El consuelo de Dios no es demasiado pequeño (Job_15:11). Nuestra tristeza está mezclada con gozo, y nuestro sentido de pérdida está más que compensado con la promesa de una bendición eterna.
jueves, 19 de septiembre de 2013
SALMO 84
Anhelo por la casa de Dios
¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
Sal 84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
Sal 84:3 Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
Sal 84:4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán. Selah
Sal 84:5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Sal 84:6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
Sal 84:7 Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
Sal 84:8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;
Escucha, oh Dios de Jacob. Selah
Sal 84:9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,
Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
Sal 84:10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.
Sal 84:11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
Sal 84:12 Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.
¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
Sal 84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
Sal 84:3 Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
Sal 84:4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán. Selah
Sal 84:5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Sal 84:6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
Sal 84:7 Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
Sal 84:8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;
Escucha, oh Dios de Jacob. Selah
Sal 84:9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,
Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
Sal 84:10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.
Sal 84:11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
Sal 84:12 Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.
lunes, 16 de septiembre de 2013
LA BREVEDAD DE LA VIDA
“...¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”
(Stg_4:14).
El Espíritu Santo, por medio de las Escrituras, recuerda con insistencia al hombre mortal la brevedad de la vida. Empleando repetidamente las comparaciones, el Espíritu del Señor graba en nosotros el pensamiento de que nuestros días son limitados y pasan rápidamente.
Por ejemplo, compara la vida a una lanzadera de tejedor (Job_7:6), precipitada de un lado a otro del telar, moviéndose tan aprisa que los ojos casi no pueden seguirla.
Job habla de la vida como un soplo (Job_7:7) que nunca vuelve. El salmista hace eco del mismo sentimiento cuando habla del “soplo que va y no vuelve” (Sal_78:39).
Bildad le recuerda innecesariamente a Job que: “nuestros días sobre la tierra son como sombra” (Job_8:9), una descripción que se repite en el Sal_102:11 “Mis días son como sombra que se va”. Una sombra es efímera, dura un tiempo muy corto.
Job compara su vida a una hoja de árbol (Job_13:25), frágil y marchita, como rastrojo seco, llevada por los vientos. Isaías recurre a la piedad del Señor recordándole que “caímos todos nosotros como la hoja” (Isa_64:6).
David describe sus días como de término corto: “He aquí, tú has hecho mis días muy breves [lit., como palmos]...” (Sal_39:5 BAS). Si viéramos la vida como un camino, ésta tan sólo mediría diez centímetros de largo.
Moisés, el hombre de Dios, pinta la vida como un sueño (Sal_90:5), en el que el tiempo pasa sin ser conscientes de él.
En el mismo lugar, Moisés habla de los hombres y de sus vidas como hierba: “Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca” (Sal_90:5-6). Siglos más tarde David empleó la misma figura para describir nuestra vida tan transitoria: “El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más” (Sal_103:15-16). Como Spurgeon decía, la hierba es “sembrada, crecida, soplada, cortada, desaparecida”. ¡Así es la vida, en pocas palabras!
Por último, Santiago añade su testimonio diciendo que la vida es efímera como la neblina (Stg_4:14). Aparece por un poco de tiempo y luego de desvanece.
Esta acumulación de símiles tiene una doble intención. Primero, debe motivar al inconverso a considerar la brevedad del tiempo y la importancia de estar preparado para encontrarse con Dios. Segundo, debe hacer que los creyentes cuenten de tal modo sus días que traigan sabiduría a su corazón (Sal_90:12). Esto resultará en vidas de devoción y dedicación a Cristo, vidas invertidas para la eternidad.
(Stg_4:14).
El Espíritu Santo, por medio de las Escrituras, recuerda con insistencia al hombre mortal la brevedad de la vida. Empleando repetidamente las comparaciones, el Espíritu del Señor graba en nosotros el pensamiento de que nuestros días son limitados y pasan rápidamente.
Por ejemplo, compara la vida a una lanzadera de tejedor (Job_7:6), precipitada de un lado a otro del telar, moviéndose tan aprisa que los ojos casi no pueden seguirla.
Job habla de la vida como un soplo (Job_7:7) que nunca vuelve. El salmista hace eco del mismo sentimiento cuando habla del “soplo que va y no vuelve” (Sal_78:39).
Bildad le recuerda innecesariamente a Job que: “nuestros días sobre la tierra son como sombra” (Job_8:9), una descripción que se repite en el Sal_102:11 “Mis días son como sombra que se va”. Una sombra es efímera, dura un tiempo muy corto.
Job compara su vida a una hoja de árbol (Job_13:25), frágil y marchita, como rastrojo seco, llevada por los vientos. Isaías recurre a la piedad del Señor recordándole que “caímos todos nosotros como la hoja” (Isa_64:6).
David describe sus días como de término corto: “He aquí, tú has hecho mis días muy breves [lit., como palmos]...” (Sal_39:5 BAS). Si viéramos la vida como un camino, ésta tan sólo mediría diez centímetros de largo.
Moisés, el hombre de Dios, pinta la vida como un sueño (Sal_90:5), en el que el tiempo pasa sin ser conscientes de él.
En el mismo lugar, Moisés habla de los hombres y de sus vidas como hierba: “Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca” (Sal_90:5-6). Siglos más tarde David empleó la misma figura para describir nuestra vida tan transitoria: “El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más” (Sal_103:15-16). Como Spurgeon decía, la hierba es “sembrada, crecida, soplada, cortada, desaparecida”. ¡Así es la vida, en pocas palabras!
Por último, Santiago añade su testimonio diciendo que la vida es efímera como la neblina (Stg_4:14). Aparece por un poco de tiempo y luego de desvanece.
Esta acumulación de símiles tiene una doble intención. Primero, debe motivar al inconverso a considerar la brevedad del tiempo y la importancia de estar preparado para encontrarse con Dios. Segundo, debe hacer que los creyentes cuenten de tal modo sus días que traigan sabiduría a su corazón (Sal_90:12). Esto resultará en vidas de devoción y dedicación a Cristo, vidas invertidas para la eternidad.
martes, 10 de septiembre de 2013
¿ DEJAMOS QUE DIOS NOS BENDIGA ?
ESA ES UNA BUENA PREGUNTA CUANTAS VECES DECIMOS O ESCUCHAMOS DE HERMANOS DIOS NO ME BENDICE.CUANDO DEBERIAMOS DECIR MEJOR NO DEJAMOS QUE DIOS NOS BENDIGA ¿ PORQUE ? BUENA PREGUNTA . POQUE LA BENDICION CONLLEBA EL DEJAR A DIOS ACTUAR EN NUESTRAS VIDAS PERO DEGRACIADAMENTE NO SIEMPRE ESTAMOS DISPUESTOS, A DARLE TODO AL SEÑOR SI DEJARAMOS ACTUAR AL SEÑOR EL ABRIRIA LAS VENTANAS DE LOS CIELOS Y LLOVERIAN BENDICIÓN SOBRE BENDICIÓN, PERO AVECES DEJAMOS ACTUAR A NUESTRA CARNE Y A NUESTRO YO EGOISTA, PERDIENDONOS LAS RICAS BENDICIONES DEL DIOS DE LOS CIELOS.
La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah salmo 3:8
POR ESTO PUES HERMANOS SEAMOS SABIOS Y DEJEMONOS BENDECIR POR EL SEÑOR
EL ES NUESTRO SALVADOR DEJEMOLE ACTUAR EN NUESTRAS VIDAS Y EL NOS BENDECIRÁ, Y SEREMOS DE BENDICIÓN PARA A TODOS A QUELLOS QUE NOS RODEAN PARA QUE SEA ALABADO EL NOMBRE DE NUESTRO DIOS.
La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah salmo 3:8
POR ESTO PUES HERMANOS SEAMOS SABIOS Y DEJEMONOS BENDECIR POR EL SEÑOR
EL ES NUESTRO SALVADOR DEJEMOLE ACTUAR EN NUESTRAS VIDAS Y EL NOS BENDECIRÁ, Y SEREMOS DE BENDICIÓN PARA A TODOS A QUELLOS QUE NOS RODEAN PARA QUE SEA ALABADO EL NOMBRE DE NUESTRO DIOS.
jueves, 5 de septiembre de 2013
DEVOCIONAL DIARIO
"Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase"
(Gen_2:15).
Contrariamente al parecer de algunos, el trabajo no es una maldición; sino una bendición. Antes de que el pecado entrara al mundo, Dios designó a Adán para que cuidara del Jardín de Edén. Fue después que el hombre hubo pecado que Dios maldijo la tierra, pero no al trabajo en sí. Decretó que, al tratar de ganar el sustento de la tierra, el hombre encontraría penas, sudor y frustración (Gen_3:17?19).
Un anciano respetable decía: "¡Bendito trabajo! Si llevas la maldición de Dios, ¿Cuánta debe ser Su bendición?" Pero el trabajo no lleva Su maldición. Es parte de nuestro ser esencial, de nuestra necesidad de creatividad y de ser útiles. Cuando sucumbimos a la holgazanería es mayor el peligro de pecar. Y a menudo es al retirarnos de la vida activa que comenzamos a derrumbarnos.
No debemos olvidar que Dios mandó a Su pueblo que trabajara ("seis días trabajarás" Exo_20:9). Los hombres tienden a pasar por alto eso y a enfatizar la otra parte que les manda descansar el séptimo día.
El Nuevo Testamento etiqueta al perezoso como "desordenado" o "indisciplinado" y decreta que si un hombre no quiere trabaja, que tampoco coma (2Te_3:6?10).
El Señor Jesús es el Ejemplo supremo como Trabajador laborioso. "¡Qué días de duro trabajo fueron los Suyos! ¡Qué noches de oración laboriosa! Tres años de ministerio le envejecieron. "Ni aún tienes cincuenta años", le decían, haciendo un cálculo aproximado de su edad. ¿Cincuenta? ¡Solamente tenía treinta! Esto no es ningún secreto" (Ian MacPherson).
Algunas personas le tienen alergia al trabajo porque le notan alguna característica desagradable. Deberían darse cuenta de que ningún trabajo es completamente ideal. Toda ocupación tiene siempre algún inconveniente. Pero el cristiano puede hacerlo para la gloria de Dios: "No para salir del paso, sino triunfalmente".
El creyente trabaja, no sólo para suplir sus propias necesidades, sino para ayudar a otros que están en necesidad (Efe_4:28). Esto añade un motivo nuevo y desinteresado al trabajo.
El creyente trabaja, no sólo para suplir sus propias necesidades, sino para ayudar a otros que están en necesidad (Efe_4:28). Esto añade un motivo nuevo y desinteresado al trabajo.
Aun en la eternidad trabajaremos, ya que la Palabra dice: "sus siervos le servirán" (Apo_22:3).
Mientras tanto, debemos seguir el consejo de Spurgeon: "Mátense trabajando y luego avívense a través de la oración".
Mientras tanto, debemos seguir el consejo de Spurgeon: "Mátense trabajando y luego avívense a través de la oración".
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