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miércoles, 12 de marzo de 2014

VERDADES BIBLICAS

                      El velo en la mujer


1ª Corintios 11:1/16, LECTURA...

Antes que nada, hemos de aclarar que este pasaje, nos habla de forma general del esquema divino que Dios propone para el gobierno de Su Iglesia Universal, y como consecuencia de las iglesias locales. Es necesario enfatizar acerca de este tema y de cualquier otro, la importancia que tiene el ser muy serios y estrictos, a la hora de poner en práctica la Palabra de Dios. Puesto que podemos observar, tanto por las enseñanzas bíblicas, como por las experiencias vividas por nuestras iglesias y por las iglesias del Señor de todos los tiempos, que la mayoría de los problemas que surgen en el seno de las mismas, nacen de la falta de sujeción a La Palabra de Dios, y por la falta de rigor a la hora de ejecutarla. Dice nuestro Señor: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; ... El que me ama, mi palabra guardara; ... El que no me ama, no guarda mis palabras; ...”, Juan 14:21/24.


Podemos estar seguros, que la mayoría de los problemas que surgen en las iglesias, se solucionarían, aceptando y sujetándonos a la Palabra del Señor, entendiendo y aceptando igualmente, que esta es sencilla y literal, porque en la práctica eclesial, la mayoría de los problemas, o cuestiones problemáticas se solucionan, en base a la sujeción de La Palabra.         


Con relación al esquema que Dios propone y desea para su Iglesia, en cuanto a la aplicación y al desarrollo de la autoridad espiritual, diremos que lo encontramos claramente definido en los versículos 3/5, de este capítulo 11 de 1ª Corintios, es decir: primero es Dios, segundo es Cristo, tercero el hombre, cuarto la mujer, lo cual a su vez debe encajar con el esquema general de autoridad espiritual que encontramos en La Palabra del Señor: Primero Dios, en segundo lugar el Magisterio apostólico, en tercer lugar el E.S., y en cuarto lugar el cuerpo de pastores. Bíblicamente, La Palabra de Dios lo expresa de la forma siguiente, “Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza del hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer”. 


Entendemos que este es un tema difícil y complicado de tratar, por causa fundamentalmente de las influencias de la sociedad en que nos desenvolvemos. Quizás para nosotros los hijos de Dios debería ser un poco más fácil, por cuanto tenemos la ayuda de la revelación escrita en La Palabra de Dios, que nos puede guiar si así lo deseamos a encontrar la solución a cualquier conflicto que se nos pudiera plantear en el desarrollo de nuestras vidas, en cuanto a las relaciones hombre – mujer, que con relación a ese esquema, son las que producen más conflictos, sea cual sea el contexto en que nos movamos, sean cuales sean las corrientes de pensamiento que circulen por la sociedad, o sean cual sean las presiones a que seamos sometidos.


Debemos recordar siempre, que la base doctrinal por la cual nos identificamos, se ajustan a las claras enseñanzas de la Biblia, interpretadas según una exégesis histórico-gramatical y literal, y no admitimos otra fuente de autoridad espiritual o eclesiástica sobre cuestiones de fe o vida cristiana. Pero claro para beneficiarse de esto, al igual que ocurre con la salvación del alma, el hombre debe despojarse de la vanidad de sus pensamientos y razonamientos, permitiendo dejar hablar a Dios y acercándose con sencillez a la maestría de Su Palabra.


Por otra parte, para comprender todo esto que estamos diciendo y que vamos a exponer, debemos aceptar sin prejuicios, que con relación al esquema divino, la actitud de Dios hacia el ser humano no ha variado nunca en lo mas mínimo a lo largo del tiempo. Que cuando Él crea al hombre, crea dos personas distintas, al mismo nivel, con las diferencias y funciones diferentes que creyó oportunas y les pareció buenas, y que Él nos creo para Él.


También, y desde la óptica de un hijo de Dios, para comprender bien este tema, debemos conocer e investigar cual fue el origen del problema, debemos tener en cuenta, que independientemente de los diferentes pactos, periodos o dispensaciones definidas en la Biblia, que determinan las relaciones entre Dios y los hombres, y entre los seres humanos entre si, es decir, tanto en sentido vertical como horizontal, igualmente, existen dos tiempos diferentes y perfectamente definidos en cuanto a las relaciones, en el plano horizontal, es decir al mismo nivel, entre los dos sexos, entre el hombre y la mujer en la Historia de la Humanidad. Un tiempo seria antes de la caída en el pecado y otro después de la caída, hecho que como veremos condicionara radicalmente las relaciones entre la pareja humana.

 

Para entender mejor lo que estamos diciendo debemos leer los pasajes correspondientes de La Palabra de Dios, Génesis 1, 2 y 3, LECTURA... .

 

Antes de seguir debemos hacer, una doble e importante puntualización:                                                                                           

 

En primer lugar, dejar claro, tal y como se observa por esos pasajes, que cuando Dios crea al ser humano crea a una pareja, a una sociedad formada por dos seres semejantes pero con diferencias sustanciales, tanto en sus cualidades morales como en sus funciones puramente fisiológicas, las cuales evidentemente desde el principio afectan a sus comportamientos y relaciones horizontales, con unos objetivos concretos pensados y determinados por Su Creador. En cualquier caso eran dos seres moralmente libres, jerárquicamente al mismo nivel, creados para el gozo de Dios y para enseñorearse de la Tierra y de creación. En esta relación no existía el conocimiento del dolor.                                                          

 

En segundo lugar, que las relaciones entre la pareja, sufren un giro radical por causa del conocimiento del pecado, donde la relación  afectuosa y el respeto mutuo de dos seres al mismo nivel, se tornan mas bien en una relación de conveniencia donde se impone la capacidad de poder. Situación que se ira agravando con el paso del tiempo conforme el pecado se va enseñoreando de la raza caída. No obstante siguen siendo dos seres moralmente libres, aunque los niveles jerárquicos se tambalean y desequilibran según el caso.

 

Veamos las características de cada uno de estos dos periodos y las diferencias fundamentales de cada uno de ellos.

 

.- Características del periodo anterior a la caída en el pecado. Si analizamos algunos de los versículos que anteriormente leímos de los capítulos 1, 2 y 3 de Génesis, encontraremos en ellos cual era la verdadera intención que Dios albergaba y aun alberga para el hombre y la mujer al crearlos. Leamos Génesis 1:26/29, LECTURA... .

 

Por la lectura de esos versículos, Dios nos informa que creo al hombre como raza, varón y hembra, una humanidad con dos personalidades totalmente distintas, con funciones distintas y sin dar mayor valor a una que a otra, quiero hacer hincapié en esto ultimo, por aquello de la liberación de la mujer. En absoluto crea a criaturas con otra naturaleza distinta a esto, tales como hermafroditas o cosas semejantes, tal y como alguna, mente desvariada o poco instruida en el conocimiento del Señor, haya podido sugerir. Así que Dios crea al hombre y a la mujer jerárquicamente iguales, es decir en un mismo plano, con los mismos derechos, con la misma dignidad y con el mismo valor para Él, pero también con características distintas según le pareció a El bien.

 

El esquema que Dios propone al hombre, no obedece a ningún sentimiento parcialista de parte de nuestro Señor de hacer prevalecer a uno de los dos sexos en prejuicio del otro, ya que cuando Dios crea a la raza humana, crea a dos seres perfectos, sanos y felices, sino porque obedece a un deseo de parte de Dios de contrarrestar en lo posible los efectos del pecado en el hombre como raza, El es omnisciente y misericordioso y sabe lo que mas conviene al ser humano, que lo malo que hoy observamos con relación a las relaciones hombre y mujer, es el resultado del pecado, por culpa del cual, la mujer ha sido afectada física y psicológicamente de una forma y el hombre de otra, los dos sufren, pero en cualquier caso la mujer es siempre la mas perjudicada, es por esta razón que Dios quiere proteger a la mujer quitándole relevancia en el marco publico donde ella sufre mas y ordena ahora que el hombre de la cara sufriendo las inclemencias de la vida. Ahora en el orden propuesto por Dios le toca al hombre masculino tomar la responsabilidad y proteger a la mujer, ya que en aquella ocasión no lo hizo siendo cobarde y dejándose seducir.

 

Debemos entender, que Dios, como nos ama y desea nuestra felicidad, nos da unas normas y mandamientos para guardarnos, para que podamos llegar a ser personas sanas y felices, Éxodo 15:26, LECTURA... . Debemos aprender y entender que el aceptarlas representa salud y paz, y que estas diferenciaciones las propone el Señor, y no el hombre, para el beneficio de la raza humana.

 

1ª Corintios 11:3, LECTURA...  En este orden establecido, no ha de observase una actitud “servil”, en el sentido peyorativo de la palabra, hacia cada uno de los hipotéticos escalones, aunque sin ningún complejo, podemos afirmar que sí de servicio, el mismo Señor Jesucristo, dijo en referencia a su persona, “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida...”.

 

Lo que debemos y podemos observar, es una firme voluntad y un inmenso deseo, tanto de Cristo como de todo hombre, varón o mujer convertido, de encajar completamente tanto en la voluntad, como en el esquema del Reino de Dios Padre.

 

“El varón es la cabeza de la mujer”, lo que nos esta diciendo que tenemos que observar, es que de la misma forma, y valga la expresión, voluntaria, consciente y viril, que Cristo su sujeta a la voluntad de su Padre, a Dios, de la misma forma el creyente hombre o mujer, debe sujetarse a Cristo, y en el esquema que Él establece para ambos. Recordemos las palabras del Señor,  “Separados de mi nada podéis hacer”,Juan 15:5.

 

Es exclusivamente, en esta línea, que el apóstol, señala que, “el varón, (el marido), es la cabeza de la mujer”. En cualquier caso y sobre todas las cosas, lo que sí debe quedar claro, es que en todos los tiempos, y así lo recuerda el apóstol Pablo, todos los miembros de Cristo, somos coherederos de la gracia de Dios, de la vida eterna, todos están al mismo nivel, todos tienen a Dios por Señor y Padre, y esto es así para todo creyente sea varón, sea mujer. Así que la jerarquía o subordinación de la mujer al hombre debe entenderse en su contexto, porque es parte y cuestión fundamental en el orden que el propio Dios ha establecido, para asegurar el correcto desarrollo de las relaciones entre el hombre y la mujer y la vida de las iglesias del Señor.

 

1ª Corintios 11:4/5, LECTURA... ¿Por qué afrenta el varón su cabeza si se cubre?, y la segunda, ¿ por qué la mujer afrenta su cabeza si no se cubre?. Para entender mejor, el por que, de estas dos preguntas, creo interesante, hacer un par de observaciones, que pienso contestaran en parte las cuestiones:

 

En primer lugar, debemos entender, que cuando Pablo habla de profetizar, se esta refiriendo a la actividad que puede desempeñar, o a la capacidad espiritual que tiene todo hijo o hija de Dios, en referencia a la predicación del Evangelio, de una forma inteligible, inteligente y constante, evidentemente al nivel que Dios proponga para cada una de sus vidas, y en la línea que El dictamine, sea en la enseñanza, en el ánimo o en aliento.  

 

En segundo lugar, entendemos por el hecho de cubrirse, la acción de ponerse un velo, en ningún caso debemos ver en dicha acción otro sentido, que el que venimos enseñando, la aceptación del esquema divino, es en este sentido, en que encaja dicha acción. Por supuesto, no es ninguna moda, ni ninguna señal de esclavitud o cosa semejante, tal y como veremos mas adelante. Este hecho, debemos volver a contemplarlo dentro del esquema y orden que Dios propone y manda para sus iglesias, no debemos observarlo exclusivamente como “reglas para la mujer”, sino que tal y como hemos venido aclarando, el varón también debe ser defensor de este esquema, “todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza”.

 

Por lo tanto, y con relación a aquellas preguntas, diremos, que el creyente varón que ora o predica La Palabra con la cabeza cubierta, es como si no reconociera a Jesucristo como su cabeza, como si no reconociera la autoridad del Señor ni el sometimiento al cual se debe con relación a su persona, constituyendo un acto de enorme irreverencia, no honrando la responsabilidad, ni asumiendo la autoridad que el Señor ha delegado en el. Pablo esta diciendo y afirmando que Jesucristo es cabeza de todo varón, quiere decir que todo hombre en Cristo esta sujeto a Él a su señorío y autoridad, de manera que el cubrir su cabeza, seria como cubrir a su Señor, seria como borrar el signo de la autoridad espiritual de Cristo en su vida, lo cual lo señala y denomina el apóstol Pablo, como una afrenta.

 

Igualmente, con relación al velo, y en la misma línea de pensamiento, con relación a la pregunta, ¿por qué la mujer afrenta su cabeza si no se cubre?, el apóstol Pablo, enseñara en ese sentido, que la mujer que profetiza u ora con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza, es decir, en este caso al hombre, porque viene a decir que no reconoce el esquema de gobierno establecido y señalado por Dios para su Iglesia, que no reconoce la autoridad que Dios ha otorgado al hombre y que no esta dispuesta a someterse a ella, o lo que es lo mismo, al esquema divino.

 

Por otra parte, y conociendo el contexto social en que se situaba la carta a los corintios, el apóstol, introduce un matiz muy interesante, “ ... porque lo mismo es que si se hubiese rapado”. ¿Por que dirá esto el apóstol?, pues muy sencillo, porque solo las prostitutas y mujeres de mala fama iban con la cabeza descubierta en publico, y únicamente las esclavas iban rapadas. Es por esa razón, que Pablo consecuentemente, determina, que una mujer cristiana, cuando toma cierto protagonismo, es decir ora o profetiza, debe cubrirse aceptando el esquema divino, o de lo contrario debería raparse, como diciendo, seria mejor parecer una esclava que no parecer una prostituta.

 

En cualquier caso, somos conscientes de que el velo provoca muchos sentimientos encontrados, muchos conflictos, por causa de malos entendimientos y prejuicios, de parte nuestra y de los demás. Deseo hacer énfasis, en este tema, ya que es un tema importante, y que debido en muchos casos a la falta de rigor y seriedad en la puesta en practica de estas enseñanzas, en multitud de congregaciones, se ha llegado a hacer una grotesca caricatura de esta doctrina, en algunos casos ridiculizando estas enseñanzas y en otros llegando a extremos totalmente opuestos, hasta el punto de limitar incomprensiblemente la actividad espiritual de las mujeres en las iglesias, de miembros del cuerpo de Cristo de pleno derecho.

 

En el caso de los versículos que nos ocupan, podemos imaginar la problemática que puede derivarse de no sujetarnos con rigor a lo que nos ordena La Palabra de Dios, la cantidad de  errores doctrinales y divisiones que pueden provocarse. Y si además a esto, le añadimos fundamentos sacados de otros versículos, igualmente sacados de contexto, podemos imaginarnos fácilmente, por que en algunas iglesias, las hermanas están tan limitadas, evidentemente, no porque este sea su deseo ni el del Señor, sino porque literalmente castran injustamente, su libertad en Cristo, para manifestarse como cualquier otro hijo de Dios de pleno derecho. Por ejemplo utilizar versículos como los siguientes para fundamentar erróneas enseñanzas, 1ª Corintios 14:34/35, 1ª Timoteo 2:11/12, LECTURA... .

 

Por lo tanto, debemos entender que las enseñanzas que estamos impartiendo, no vienen a limitar la libertad espiritual que en Cristo tienen las mujeres convertidas, sino que van en el sentido, de favorecer y salvaguardar el crecimiento espiritual de las mismas, en beneficio de estas y del resto de la iglesia, no puede ser de otra manera, somos un solo cuerpo. De manera que la mujer tiene libertad plena para participar en el culto, al igual que el hombre, siempre que observen, y hago referencia a los dos, correctamente el esquema de gobierno propuesto por Dios. Así que, para lo único que el Señor limita a la mujer, es para la manifestación de autoridad o gobierno en la iglesia.

 

Por lo tanto, no existe razón bíblica, para que en muchas iglesias, las hermanas estén tan limitadas en su actividad espiritual, salvo por causa de una mala aplicación de las enseñanzas bíblicas, exclusivamente por causa de obviar las más elementales normas de interpretación bíblicas, solo así, se puede interpretar limitar, en lugar de orden.

 

De manera que, no debemos descuidar este asunto en lo mas mínimo, no solo por amor a las hermanas en Cristo, sino porque si queremos ser eficaces y hacer bien la labor que el Señor nos ha dejado encomendada, no olvidemos, ni ignoremos, que las iglesias que no reconocen el ministerio de las hermanas, no solo no crecen espiritualmente, sino que anulan como mínimo a mas del 50% del potencial espiritual de la iglesia, de manera que llegaran a estancarse por cuanto están mutilando el cuerpo de Cristo.

 

Además, el apóstol pablo, cuando dice, “La mujer que ora o profetiza...”, esta haciendo alusión a una acción que se esta haciendo, que se esta practicando, de manera que el habla de la forma en que debe hacerse, nunca de que no se haga. Leamos Hechos 1:14, LECTURA... .

 

Para concluir, diremos, que lo único que no puede hacer la mujer en la iglesia, es predicar, enseñar o dirigir a la congregación, ello implicaría autoridad o dominio, por lo tanto, en línea con la voluntad del Señor, si Dios no limita a la mujer, ¿por que, nosotros nos atrevemos a hacerlo?, ¿con que autoridad lo hacemos?. Nuestro Señor, exclusivamente se limita a protegerla, estableciendo para ello un orden, en el cual ella no debe manifestar autoridad ni preponderancia en la iglesia, ir mas allá de estas enseñanzas, no solo seria un abuso improcedente de la autoridad que le ha sido delegada, por parte del hombre, sino ir en contra de la voluntad de Dios.

 

Importancia que tiene el velo en el culto cristiano, especialmente, para la mujer.

 

1ª Corintios 11:6/7, LECTURA... Lo primero que debemos hacer, es abandonar cualquier prejuicio o complejo, proveniente de nuestra cultura, de nuestra antigua naturaleza, o de cualquier norma o conducta social del entorno que conozcamos. Porque si bien es verdad y en cierta manera humano, que en muchas asambleas y congregaciones de hermanos, existen prejuicios para observar estas enseñanzas, por causa de las connotaciones sociales que puede tener, ya sea para nuestra sociedad o para otras conocidas, no por ello podemos decir que esa conducta sea correcta, porque debemos recordar, que el que cuando las mujeres, oran o profetizan en la asamblea, se cubran la cabeza con un velo, es lo que manda La Palabra de Dios.

 

Es mas, ante cualquier duda o complejo, recordemos Cristo en su primera venida, restableció a la mujer con relación al hombre y a su actividad en la iglesia, tanto en respeto como en dignidad. La tan “llevada y traída” lucha de sexos, debe quedarse bien fuera del entorno de nuestras iglesias, donde sobre todas las cosas deben predominar el amor, el respeto, la valoración y la consideración, hacia el hermano o la hermana, porque insisto, no olvidemos que en cada uno de ellos independientemente del sexo debemos contemplar la sangre de Cristo. Si la contemplamos, los problemas serán menores.

 

Y aunque en muchas culturas de nuestro entorno, es verdad que el velo o la cubierta, es señal de esclavitud, de sometimiento total de la mujer al sexo masculino, en el esquema de Dios, enseñado por Su Palabra, tiene un significado totalmente diferente. Para un creyente, el velo, no solo no es señal de esclavitud, sino que es un símbolo precioso de su liberación en Cristo. Liberación que en otros ámbitos de la sociedad, le es negada y robada, y por tal razón tiene que luchar y pelear por conseguirla. En las iglesias del Señor no es necesario esa guerra, Dios ha establecido un orden perfecto en el que cada miembro puede desarrollarse con plenitud y sin necesidad de rivalidades fratricidas, ¿es necesario tener que recordar que el hombre y la mujer creyentes, son hermanos en la fe?.

 

Así que el origen de la enseñanza acerca del velo que dan los apóstoles, en este caso Pablo, debemos de volver a contemplarlo en el Génesis, en lo que allí aconteció y en las consecuencias de aquello. Y no debemos restarle en lo mas mínimo la importancia que esta tiene, porque el acatar de buen grado esta señal de autoridad, lo que manifiesta claramente, es si deseamos ser obedientes o no a la voluntad del Señor. Evidentemente esto no quiere decir que si las hermanas se cubren es que somos obedientes y si no lo hacen es que no lo somos. Lo que quiero decir, es que si acatamos esta enseñanza de buena gana, buscando el hacer la voluntad de Dios y sometiéndonos a la guía de La Palabra de Dios, es señal de que nuestra conversión es verdadera y que queremos y deseamos cambiar de vida, y que esta, sea siempre gobernada y dirigida por el E.S., y que La Palabra sea la única norma y guía de nuestra fe.

 

Me gustaría que leyésemos algunos pasajes que nos haga meditar en esto que os estoy diciendo, Lucas 6:46/49, Mateo 7:21/23, 1ª Corintios 11:4/6, LECTURA... . ¿Por que leo estos pasajes?, pues porque como veis hermanos hay pasajes, que a pesar de su seriedad y trascendencia, no tenemos ningún inconveniente en aceptarlos tal y como son, e incluso muchas veces lo usamos para argumentar con contundencia cuando somos sometidos a presiones externas, entonces, ¿por qué en cambio con el que tenemos entre manos hay tanta polémica?, ¿cuáles son las causas de tanto problema y tanta división de opiniones, que incluso ha llevado a rupturas de iglesias?, ¿por qué es uno de los temas que levanta mas ampollas en la doctrina bíblica?, ¿ será quizás, porque esta enseñanza tiene mas importancia de la que realmente los que no quieren sujetarse a ella le otorgan?.

 

Veamos algunos de los posibles motivos por los que los detractores de esta norma divina, se oponen a su ejercicio y enseñanza.

 

a) Ya hemos dicho que el velo es una señal de autoridad sobre la cabeza de la mujer, que si se entiende correctamente dará la paz y el gozo que solo la libertad en Cristo puede traer a un alma redimida. Es una cuestión que no debe ser difícil de entender, ya que no indica ni “sumisión” ni una actitud “servil”, respecto del hombre, sino a la “autoridad espiritual otorgada por el Señor”, de ministrar La Palabra de Dios, que ejerce el hombre en la iglesia del Señor. De tal manera que aunque la cobertura de la cabeza por el velo, en la mujer, es símbolo de su libertad en Cristo, también lo es de su sometimiento a la voluntad de Dios, expresada por su Palabra. Quizás esto ultimo es lo que sí puede ser un problema de fondo y muy grave para los detractores de esta doctrina.

 

b) Como hemos visto hasta aquí, Dios es un Dios de orden, y Este ha establecido un esquema de autoridad como norma de comportamiento para sus iglesias, donde la “autoridad” de la Palabra de Dios, y el “ ministerio” de la misma lo desarrollan los hermanos varones que el Señor y el E.S. hayan levantado y capacitado para ese menester. De manera que la mujer en Cristo, que es la gloria del hombre, se sujeta al que esta sujeto y recibe su respeto, cariño, cuidados y protección. La clave consiste, en que en ninguna iglesia que haya falta de autoridad, bien entendida esta, prevalece el señorío de Cristo. De tal manera que los problemas que han surgido a lo largo de la historia de las distintas iglesias, por causa del velo, en el fondo siempre han encerrado un problema de autoridad.

 

Si no, juzgad por vosotros mismos, las hermanas que en nuestras reuniones ha querido de todo corazón “cubrirse en el Señor”, jamás han promovido problemas doctrinales, ni de autoridad, ni morales. Los problemas desgraciadamente han venido promovidos por aquellas hermanas que no han deseado “cubrirse”. Así que, el que una hermana ore, cante, profetice, recite o informe, observando la voluntad de Dios, jamás podrá traer deterioro de la sana doctrina, de la misma manera que será en un hermano. Hechos 2:42, LECTURA... .

 

c) Quizás también, uno de los motivos que nos puede llevar a polemizar, es la influencia mundana de la sociedad, en nuestras iglesias. Como sabemos la sociedad machista en que vivimos, ha provocado una reacción en el sexo opuesto y que el movimiento feminista, no menos irracional que el anterior, exclame en pro de la igualdad total de los sexos en todos los sentidos, sin reparar quizás por la lamentable anterior situación, en las posibles consecuencias que eso supone. De manera que si esta sociedad exclama, ¡los hombres y las mujeres somos iguales!..., entonces les parece también licito y además progresista a algunas congregaciones, exclamar, ¡fuera el velo!. Pero esto es un error, porque, ¿qué dice La Palabra de Dios?, “que la mujer ore o profetice con la cabeza cubierta”. Recordando que Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre, independientemente de los movimientos o corrientes sociales.

 

d) También esta el miedo al que dirán, de la familia, las amistades del mundo, los compañeros de trabajo, etc.. ¿Me tomaran por una fanática o fanático religiosa o religioso?. ¡Cuánto nos afecta lo que puedan pensar de nosotros los inconversos del mundo!, y ¡cuan poco les importa nuestra fe!, y esto no me parecería importante él tenérselos en cuenta, si no fuera porque lo que les trae sin cuidado, es la bendita persona de nuestro Salvador, y cuando se acuerdan de Él, en la mayoría de los casos es para menospreciarle, restarle gloria, e incluso ridiculizarle. Por eso hermanos, que me toman por un fanático de Cristo y sus enseñanzas, pues que me tomen por tal, ¿es que no lo soy?. ¡Ojalá así nos tomaran mas a menudo!, seria sin duda una buena e inmejorable señal, de que el fuego del Evangelio esta vivo en nuestras asambleas.

 

Lo que es lamentable, es que nos veamos afectados por los juicios del mundo y que nos avergoncemos de las enseñanzas de La Palabra de Dios, cuando nosotros estamos llamados, junto con Cristo, a juzgar y a gobernar a las naciones, y cuando El mismo, no se avergüenza de llamarnos y darnos el titulo de hermanos. Hebreos 2:11/13, LECTURA... .

 

.- Por lo tanto y para concluir en parte, acerca de este tema, diremos, que el velo es por una parte, un símbolo externo de una actitud interna la cual consiste en el deseo de todo corazón, de obedecer a la voluntad y deseos de Dios en el orden establecido por Él, y por otra parte es el símbolo que da a la mujer en Cristo la libertad para desarrollarse espiritualmente, como cualquier otro miembro de Su cuerpo que es la Iglesia. Símbolo como también lo son el bautismo, o el pan, o el vino, cada uno en su debida dimensión.

 

El velo no es una imposición sin sentido que debemos acatar sin entender, recordemos La Palabra de Dios nos enseña que una fe sin entendimiento es fanatismo, aunque también nos enseñe que el entendimiento sin fe es puro raciocinio. Tampoco es una moda, recordemos que Dios es el mismo por todos los siglos, y su voluntad permanece invariable a través del tiempo. Y por supuesto no es un elemento decorativo o de adorno, como decíamos antes es una señal del orden que Dios desea en sus iglesias, de manera que así debe ser tratado y considerado. Así que la mujer lleve con conocimiento, orgullo y dignidad el velo de su liberación en Cristo, como lo que es, una señal de autoridad impuesta por Dios, dentro del orden que Él ha establecido, y el varón lo respete y acepte de la misma manera, esta es la voluntad del Señor.

Quizás, seria bueno además, recordar y tener siempre presentes las palabras que el apóstol Pedro nos dirige, acerca del conocimiento y la sabiduría de Dios, 2ª Pedro 3:15/17, LECTURA... .

 

1ª Corintios 11:16, LECTURA... El apóstol cierra este ciclo de versículos, con una declaración que aunque a nuestro entender es bastante sencilla y fácil de dilucidar, si seguimos el hilo del pensamiento que hasta el momento ha expuesto el apóstol, sin embargo, algunos ha pretendido observar una salida o excusa, para no sentirse obligados a someterse a las enseñanzas que hemos expuesto. Analicemos brevemente, que quiere decir Pablo, conque, “si alguno quiere ser contencioso, nosotros y las iglesias del Señor, no tenemos tal costumbre”.

 

¿Habrá querido decir el apóstol, que todo lo que ha estado exponiendo acerca del orden establecido por Dios para sus iglesias, no tiene tanta importancia como para defender, pelear, batallar, en definitiva, luchar por ello, que es el verdadero sentido y significado de la palabra contender?.

 

¿Pudiera ser, que esta, la de cubrirse la cabeza con el velo, fuese una manía de Pablo, que ello no fuese un símbolo, un signo externo divinamente propuesto por Dios, para manifestar la vida espiritual interna, no solo de las hermanas de la iglesia, sino de la iglesia misma?, ¿sería posible que en aquella época, las hermanas no tuviesen la costumbre de cubrirse para manifestar su fe en las asambleas?. ¿Podríamos interpretar, que las enseñanzas apostólicas, tienen carácter optativo, y que podemos aceptarlas o no, según nos parezca conveniente, o nos convenga?.

 

Evidentemente que no, a estas preguntas, tendríamos que contestar con un contundente, ¡no!. Lo que el apóstol nos esta transmitiendo, al igual que siempre, es una enseñanza muchísimo más profunda que todo eso, no olvidemos la cantidad de tinta y papel que hasta el momento ha gastado, para transmitir estas enseñanzas doctrinales, como para que al final pudiéramos concluir con un simple, “en cualquier caso no os preocupéis ni luchéis por ello no tiene la mas mínima importancia”.

 

Personalmente, entiendo, que la interpretación acertada, como no puede ser de otra forma, tendrá que estar en consonancia con todo lo expuesto hasta el momento, es decir, este, “nosotros no tenemos la costumbre de ser contenciosos”, tiene que ver, que con relación a las enseñanzas apostólicas, no tenemos costumbre de polemizar ni discutir, sino que las aceptamos de buena gana, ya que son enseñanzas del Señor, de hecho, si Pablo alaba a los hermanos de Corinto, es porque guardaban estas enseñanzas.

 

También interpretamos, que estas enseñanzas, no son para polemizar, sino para edificación por el discernimiento espiritual, ahí tampoco polemizamos, sino que acatamos la autoridad espiritual de las enseñanzas apostólicas, y la delgada en los siervos de Dios. Acordaos, La Palabra, no nos ha sido dada para polemizar, sino para vida y crecimiento espiritual, leamos estos versículos, Romanos 14:1, 2ª Timoteo 2:14, LECTURA... .

 

No obstante, tampoco quiere decir este versículo, que por tal de no “discutir”, en el sentido de enfrentarnos a hermanos que andan desordenadamente, no debamos contender o luchar hasta donde sea cristianamente razonable, por mantener las sanas doctrinas recogidas en La Palabra del Señor, acordémonos de lo expuesto en Judas 3, LECTURA... .  


 

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