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sábado, 30 de noviembre de 2013

SER DICIPULOS DE CRISTO ( FINAL )




3. Elección deliberada de la cruz.
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz" (Mat_16:24). Tomar la cruz no se refiere a una enfermedad física o angustia mental, puesto que estas cosas son comunes a todos los hombres. La cruz es una senda escogida deliberadamente. Es "un camino que tal como el mundo lo considera es una deshonra y un reproche".
La cruz es el emblema de la persecución, la vergüenza y el abuso que el mundo cargó sobre el Hijo de Dios y que el mundo cargará sobre todos aquellos que elijan ir contra la corriente. Cualquier creyente puede evitar la cruz conformándose a este mundo y a sus caminos.

4. Una vida invertida en Cristo.
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Para comprender lo que esto significa conviene preguntarse: ¿Cuál fue la principal característica de la vida del Señor Jesús? Fue una vida de obediencia a la voluntad de Dios, una vida de servicio desinteresado a los demás, una vida de paciencia y tolerancia ante los más graves errores. Fue una vida llena de celo y desgaste, templanza, mansedumbre, bondad, fidelidad y devoción. Para ser sus discípulos debemos andar como El anduvo. Debemos mostrar el fruto de nuestra semejanza con Cristo. (Jua_15:8).

5. Un amor ferviente por todos los que pertenecen a Cristo.
"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros (Jua_13:35). Este es el amor que considera a los demás como mejores que uno mismo. Este es el amor que cubre multitud de pecados. Este es el amor que es sufrido y es benigno; no es jactancioso, no se envanece, no es injurioso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta (1Co_13:4-7). Sin este amor el discipulado sería un ascetismo frío y legalista. Sería un címbalo que retiñe.

6. Permanencia continua en su  Palabra.
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos (Jua_8:31). El verdadero discipulado se caracteriza por la estabilidad. Es fácil empezar bien y lanzarse adelante en un deslumbramiento de gloria. Pero la prueba de la realidad del discipulado es la resistencia hasta el fin. "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Luc_9:62). La obediencia ocasional a las Escrituras no sirve. Cristo desea que los que le siguen lo hagan obedeciendo en forma constante y continuada.

No  permitas,    ¡oh  Padre!    que  vuelva atrás,
Mis  lágrimas ya  mojan las asas de mi arado,
Mis otras herramientas corruptas he dejado;
No  permitas,   Dios  Padre,   que  vuelva atrás.

DEVOCIONAL DIA 30 NOVIENBRE

Y Jehová va delante de ti; él
estará contigo, no te dejará, ni te
desamparará; no temas ni te intimides.
Deuteronomio 31:8

He aquí una declaración que si tenemos en
perspectiva una empresa o una lucha peligrosa, nos infundirá
valor para acometerla. Si Jehová va delante de nosotros, estaremos
seguros siguiéndole. ¿Quién puede oponerse a nuestro paso
si el mismo Señor va a la vanguardia? ¡Compañeros de armas,
avanzad con decisión! ¿Por qué dudamos cuando la victoria es
nuestra?
El Señor no sólo va delante: está con nosotros.
Arriba, debajo, alrededor y dentro, está el Omnipotente,
el Omnisciente. En todo tiempo y por la eternidad, estará con
nosotros como lo ha estado hasta el presente. ¡Qué fuerza no
debe imprimir a nuestro brazo este pensamiento! ¡Levantaos
con intrepidez, soldados de la Cruz, porque Jehová de los ejércitos
es con nosotros!
Porque va delante de nosotros y con nosotros,
nunca cesará de ayudarnos. Él no puede faltar a su palabra
y jamás faltará; seguirá prestándonos su ayuda según nuestra
necesidad, hasta el fin. Tampoco nos desamparará. Siempre será
poderoso para darnos fuerza y ayuda hasta que hayan terminado
los días de la lucha.
No nos intimidemos; porque Jehová de los
ejércitos irá con nosotros a la batalla, soportará el ardor de la
lucha y nos dará la victoria.

viernes, 29 de noviembre de 2013

SER DICIPULOS DE CRISTO ( CONTINUACIÓN )

Rechazo de todo por seguir a Cristo.
"Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Luc_14:33). Esta es, tal vez, la menos apreciada de las condiciones de Cristo para el discipulado, y se podría probar que es el texto menos apreciado de la Biblia. Los teólogos y entendidos pueden dar mil razones para probar que el versículo no quiere decir lo que parece decir, pero los discípulos sencillos lo reciben con ardor, aceptando que el Señor Jesús sabía lo que quería decir. ¿Qué quiso decir con renunciar a todo? Significa el abandono de todas las posesiones materiales que no nos sean absolutamente necesarias y que se puedan usar en la extensión del Evangelio.
El que renuncia a todo no se convierte en un despreocupado holgazán. Trabaja arduamente para proveer a las necesidades comunes de su familia y de sí mismo. Pero, como el fin de su vida es extender la obra de Cristo, invierte en el trabajo del Señor todo lo que sobrepase sus inmediatas necesidades y deja el futuro en las manos de Dios. Buscando primeramente el reino de Dios y su justicia, él cree que nunca le faltará nada, ni comida, ni vestido. El no puede poner su confianza en dinero ahorrado cuando hay almas que están pereciendo por falta del Evangelio. No quiere malgastar su vida acumulando riquezas que caerán en manos del diablo cuando Cristo regrese por sus santos. Desea obedecer el precepto del Señor en contra del almacenar tesoros en la tierra. Renunciando a todo, ofrece lo que de todos modos no puede conservar y que ya ha dejado de amar.
Entonces tenemos que estas son las siete condiciones del Discipulado cristiano. El que esto escribe comprende que al señalarlas se condena a sí mismo como un siervo inútil que es. Pero, ¿se suprimirá la verdad de Dios por la incompetencia de su pueblo? ¿No es verdad que el mensaje es más grande que el mensajero? ¿No es más correcto que Dios permanezca como un ser veraz y todo hombre sea considerado mentiroso? ¿No diremos como aquel anciano, siervo fiel del Señor: "Haz tu voluntad, aun cuando para ello tengas que quebrantarme''?
Cuando hayamos confesado nuestro fracaso pasado, enfrentemos decididamente lo que Cristo pretende de nosotros y procuremos ser verdaderos discípulos de nuestro glorioso Señor.

Maestro mío, llévame hasta tu puerta, para que perfores mi oído, que voluntario te entrego.
Tus prisiones son mi libertad; déjame quedar contigo, para sufrir, soportar y obedecerte.
H. G. C. Moule.

SER DICIPULOS DE CRISTO

LAS CONDICIONES DEL DISCIPULADO

El verdadero cristianismo consiste en una entrega absoluta al Señor Jesucristo. El Salvador no está buscando personas que le dediquen sus tardes libres, sus fines de semana o sus años de jubilados. El busca personas dispuestas a darle el primer lugar en su vida. "El busca, y siempre ha sido así, no multitudes que van a la deriva y sin propósito en su senda, sino hombres y mujeres que individual y espontáneamente se consagran a su servicio por haber reconocido que El necesita personas dispuestas a seguir en el sendero de la negación personal por el que El caminó primero."

La única respuesta adecuada al sacrificio de Cristo en el Calvario es la rendición incondicional a él. El amor Divino tan maravilloso no puede ser satisfecho con algo menos que la entrega de nuestra vida, nuestra alma, nuestro todo . . .

El Señor Jesús planteó exigencias rigurosas a los que iban a ser sus discípulos, demandas que han sido totalmente olvidadas en estos días de vida materialista. Con mucha frecuencia consideramos el cristianismo como un escape del infierno y una garantía del cielo. Aún más, pensamos que tenemos perfecto derecho a disfrutar de lo mejor de esta vida. Sabemos que en la Biblia hay muchos versículos que hablan fuerte acerca del discipulado, pero nos parece difícil conciliarios con nuestras ideas acerca de lo que debe ser el cristianismo.

Aceptamos que los soldados entreguen sus vidas por razones patrióticas. No nos extraña que los hombres pongan su vida por ideologías políticas. Pero que la característica de la vida de un seguidor de Cristo sea "sangre, sudor y llanto", nos parece remoto y difícil de asimilar. Sin embargo, las palabras del Señor Jesús, son bastante claras. No hay el más mínimo lugar para malinterpretarlas si las aceptamos en su verdadero valor. Estas son las condiciones del discipulado tal como las dio el Salvador del mundo:

 1. Un amor supremo por Jesucristo.
Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, y a su madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y aún también su vida, no puede ser mi discípulo. (Luc_14:26)
Esto no quiere decir que debamos tener indisposición o mala voluntad en nuestro corazón hacia nuestros familiares, sino que nuestro amor a Cristo debe ser tan denotado que en comparación, todos los demás afectos parezcan odio. En realidad la parte más difícil de este pasaje es la expresión "y aún su propia vida". El amor propio es uno de los obstáculos más persistentes para el discipulado. Mientras no estemos dispuestos a ofrecer voluntariamente nuestra vida a disposición de Cristo, no estaremos en el lugar donde El desea que estemos.

2. Una negación del Yo.
"Si alguno quiere venir en pos de mí. niéguese a sí mismo ..." La negación del Yo no es lo mismo que la abnegación. Esto último significa privarse de algunas comidas, placeres o posesiones. La negación del Yo es una sumisión tan completa al Señorío de Cristo, que el Yo no tiene derechos ni autoridad alguna. Significa que el Yo abdica del trono. Henry Martin lo expresa así: "Señor, no permitas que tenga voluntad propia ni considere que mi felicidad depende en lo más mínimo de las cosas que pueden sucederme exteriormente, sino que descanse completamente en tu voluntad."

CONTINUARA...

NUESTRO PAPÁ DEL CIELO

El Papá más fuerte

LEER: Salmo 91

El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. —Salmo 91:1
Algunos niños les encanta hacer alarde de sus padres. Si escuchas a escondidas las conversaciones en el vecindario, oirás: «¡Mi papá es más grande que el tuyo!», o ¡mi papá es más inteligente que el tuyo!». Pero la mejor ostentación de todas es: «¡Mi papá es más fuerte que el tuyo!». Por lo general, esto aparece en un contexto de advertencia para que los que amenazan se cuiden, ya que el papá de uno puede aparecer y hacerlos pedazos, ¡incluso a los papás de los otros!
Creer que el padre de uno es el más fuerte del barrio, genera muchísima confianza frente al peligro. Por eso, me encanta saber que Dios, nuestro Padre, es todopoderoso. Esto significa que nadie puede igualarlo en fortaleza y poder. Mejor aun, quiere decir que tú y yo «[habitamos] al abrigo del Altísimo» (Salmo 91:1). Con razón el salmista puede decirnos con confianza:  «No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día»(v. 5).
Al margen de lo que pueda suceder hoy o de la dificultad que estés atravesando, no olvides que Dios es más fuerte que cualquier problema que enfrentes. Así que, ¡ten confianza! La sombra de su presencia invencible garantiza que su poder puede transformar incluso la peor situación en algo bueno.
Dios es más grande que nuestro mayor problema.

BUSCANDO LA VOLUNTAD DE DIOS

La voluntad de Dios

LEER: Salmo 37:23-40
Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. —Salmo 37:23
A menudo, queremos conocer la voluntad de Dios; en especial, cuando atravesamos alguna dificultad. Nos preguntamos: ¿Qué me sucederá? ¿Debo quedarme o Dios quiere que vaya a algún otro lado? La única manera de saberlo con seguridad es hacer lo que te pide que hagas en este momento (tus obligaciones actuales) y esperar que te revele cuál es el próximo paso.
A medida que obedezcas lo que ya sabes, cobrarás fuerzas para seguir avanzando. Paso a paso, uno detrás del otro. Así aprendemos a caminar con Dios.
Pero tú dices: «Supongamos que doy el primer paso. ¿Y después qué?». Eso es asunto de Dios. Tu tarea y la mía es obedecer hoy y dejar el futuro en sus manos. El salmista afirma que «por el Señor son ordenados» nuestros pasos (37:23). Lo único que necesitamos hoy es su guía para esta jornada. Las instrucciones para mañana no sirven absolutamente de nada. George MacDonald declaró: «No entendemos la página siguiente del manual de Dios; solo vemos la que tenemos adelante ahora. Tampoco se nos permitirá dar vuelta la hoja hasta que hayamos aprendido su lección».
Si nos preocupamos por conocer la voluntad de Dios y obedecer diariamente sus instrucciones y advertencias, y si andamos por fe y recorremos el sendero de la obediencia, descubriremos que Él nos guiará durante todo el día. Como señaló Jesús: «Basta a cada día su propio mal» (Mateo 6:34).
Bienaventurado el que descubre por dónde va Dios y lo sigue.

jueves, 28 de noviembre de 2013

PREDICACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

El señorío de Cristo: en Él todo está bien 

En  Cristo todo está bien, obviamente siempre y cuando estemos debajo de Su señorío. El señorío de Cristo significa que nuestra voluntad está totalmente sometida a la del Señor. Esta idea, nos ha de hacer pensar, en si no estaremos abusando de la gracia, por causa de nuestra “doctrina”. Debemos remarcar y enfatizar, por lo tanto, la expresión “en Cristo” y todo lo que ella implica. La justificación es por Cristo, pero el señorío de Cristo implica el discipulado, una vida entregada a Dios, a lo que le agrada a Dios.

1ª Corintio 8:2-8. Un Dios del cual proceden todas las cosas…..y nosotros somos por medio de Él. Somos por Él y para Él, esto nos lo ha de revelar el E. S., por lo tanto en cuanto a que en Cristo todo está bien, el acento debemos ponerlo en “en Cristo”, no tanto en todo “está bien”. Él señorío, tiene un implicación profunda de soberanía de Dios. El señorío de Cristo, demanda una moral como la del Señor, no podremos superarle, pero si llegar a Su estatura, “bástele al discípulo ser como su señor”. Todos debemos crecer, el problema consiste en que algunos deciden quedarse “en su comodidad”.

¿Qué significa en realidad “en Él todo está bien”?. Claramente, el buscar hacer en todo momento lo que Dios desea, “siervo inútil soy….”, esta es la idea, hago lo que me corresponde hacer de buena gana y con gozo en el corazón, por saber y entender que hemos correspondido al deseo de Dios. ¡Nuestras vidas están en las manos de Dios!. Pero la triste realidad, es que muchos aún somos dioses, hacemos en cada momento lo que nos apetece, no estamos sujetos a nada ni a nadie, somos señores de nuestras vidas. Pero esto se vuelve una cuestión de relevante gravedad, cuando decimos que Cristo es nuestro Señor, porque o somos consecuentes y coherentes o seremos el hazmerreir del mundo, sin contar con la desaprobación divina.

Isaías 40:12-27. Debemos observar y dimensionar la divinidad, la grandeza y el poder de Dios, ser conscientes de quién es Dios, de quienes somos nosotros, qué relación es la correcta, y cual debemos mantener con el Señor, si además decimos que es nuestro Señor.
1ª Corintios  2:8, 2:16, la cuestión hermanos, ¿es si de verdad creemos estas cosas?, el hombre crucificó al Señor de la gloria, ¿qué prueba más concluyente podemos reclamar?. ¿Quién conoció la mente de Cristo?, nosotros tenemos la mente de Cristo, de manera que debemos pensar como Él, Él no vivía para sí sino para agradar al Padre. Entonces si tenemos la mente de Cristo, ¿por qué no estamos funcionando conforme a la mente de Cristo, conforme a la voluntad del Padre?, obviamente porque Dios nos ha hecho libres y desde la misma salvación, Dios sigue respetando nuestra libertada... viviendo en nuestros propios sentimientos, deseos y emociones, más que en una conciencia clara de quienes somos, de cuál es nuestro llamado, cual es nuestra vocación y por qué vivimos más tiempo mirando a la tierra que mirando al cielo. Vivimos conforme a nuestro entendimiento, no conforme a la sabiduría y la mente de Dios.
Debemos desterrar de nuestro vocabulario, el yo pienso, yo quiero, mi casa, mi trabajo, mi  coche…., etc., sino más bien, Dios dice, Dios desea, el trabajo que me ha dado Dios….. De lo contrario es una falta de aceptación plena del señorío de Cristo.  Salvo que lo que estamos predicando no sea la Palabra de Dios.

“En Cristo todo está bien”, “Cristo es el Señor de mi vida”, “todo le pertenece a Él”, ¿qué significan estas expresiones?, ¿podemos decir en nuestro corazón que estas expresiones son ciertas en nuestras vidas?. Pensemos una cosa, Cristo es el Señor del Sabbat, por lo tanto Él es nuestro reposo y nosotros somos hijos del Dios del día de reposo, en el cual nosotros nos deleitamos en Él y en ninguna otra cosa o actividad, obviamente sin caer en el legalismo ni la histeria de la religión. La mente y corriente del mundo claramente se alejan de esta idea y de la Ley y voluntad del Dios. Teniendo en cuenta que nada se sale de la soberanía y control de Dios.

Éxodo 13:15. Números 15:32-36. ¿Es justa la voluntad de Dios?, ¿sí o no?, ¿no será que estamos demasiado acostumbrados a hablar y ser predicados de la “gracia”?, ¿no será que estamos demasiado acostumbrados a pensar y decidir conforme a nuestra voluntad y deseo?. Debemos pensar muy seriamente antes de decir, “en Cristo todo está bien”, porque ello debe implicar que Él es real y verdaderamente el Señor de nuestras vidas con todas sus implicaciones.
1ª Corintio 6:12-19. “…todo es para el Señor, ¡no somos nuestros, somos del Señor, hemos sido comprados por la sangre de Cristo!”.
1ª Corintios 7:22-24. “…hemos sido comprados por precio”. Somos libres para servir a nuestro Señor, independientemente de nuestra condición o circunstancia temporal/terrenal. En cualquier circunstancia Cristo es nuestro Señor y Él nos ha hecho libres.
Ageo 1:3-7. “coméis y no os saciáis….” ¿Es tiempo de que vuestras casas estén artesonadas y el templo del Señor esté en ruinas?. Debemos confiar en el Señor, Él nos ha dado suficientes pruebas de Su fidelidad, Él es un buen Señor, en Él todo está bien, Su señorío es reposo para nuestras vidas, él es nuestro Sabbat en cualquier circunstancias Él es siempre fiel.
Malaquías 3: 6-10. “…volveos a mí y yo me volveré a vosotros….me habéis robado…”. No es cuestión de posibilidades es cuestión de un corazón, de disposición de voluntades…pero….”vivimos bajo la gracia”.
2ª Corintios  9:6-10. “Poderoso es Dios para que abunde en vosotros toda gracia…. pero para que en nosotros abunde también toda buena obra”. El que siembra abundantemente, también segará abundantemente y obviamente viceversa. Debemos dar con generosidad y alegría, paz y gozo, somos administradores de los bienes del Señor, de nuestro Señor, de nuestras vidas, de nuestro dinero, de nuestro tiempo.

El señorío de Cristo, implica “que el juicio comience por la casa del Señor”. ¿Estás defraudado, desengañado, no conforme con tu vida, te han engañado….?, pero, ¿te ha fallado el Señor?. El ruego del señor, es que seamos sabios, conforme a Su sabiduría y el conocimiento revelado por mediación de Su santa Palabra.

De manera que antes de decir “en Cristo todo está bien”, pensemos en lo que implica el señorío de Cristo.


LA VERDAD DEL EVANGELIO

“Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová
levantará bandera contra él”
(Isa_59:19b).
Hay tiempos de crisis desesperadas en la vida, cuando Satanás lanza su artillería más potente contra el pueblo del Señor. El cielo se oscurece, la tierra tiembla y no parece quedar ni un rayo de esperanza. Pero Dios ha prometido enviar refuerzos a Su pueblo cuando la situación es extrema. El Espíritu del Señor levanta bandera contra el Diablo justo a tiempo.
Esclavizados por el tirano egipcio, la perspectiva del pueblo de Israel era poco prometedora. Estaban encogidos bajo los azotes del capataz. Pero Dios no era indiferente a sus gemidos. Levantó a Moisés para confrontar al Faraón y finalmente guiar a Su pueblo a la libertad.
En los días de los Jueces, invasores extranjeros mantuvieron en servidumbre a las tribus de Israel. A pesar de esto, en el momento más oscuro el Señor levantó libertadores militares para hacer retroceder al enemigo e introducir al pueblo en un periodo de tranquilidad.
Cuando Senaquerib guió al ejército asirio contra Jerusalén, la cautividad de Judá parecía inevitable. Humanamente hablando, no había manera de detener la fuerza irresistible del invasor. Sin embargo, el ángel del Señor pasó por el campo de los asirios por la noche e hirió a 185.000 hombres.
Cuando Ester era Reina de Persia, el enemigo vino como río promulgando un decreto inalterable que decía que los judíos en todo el reino debían ser ejecutados. ¿Frustraron a Dios los medas y los persas por medio de este decreto? De ningún modo, él arregló las cosas de tal manera que se promulgó otro decreto, permitiendo a los judíos defenderse en aquel día sombrío. Los judíos, ciertamente, salieron arrolladoramente victoriosos.
Cuando Savonarola vio la pobreza, opresión e injusticia en Florencia, vino a ser una bandera en las manos del Espíritu para traer una reforma.
Cuando Martín Lutero comenzó a tronar contra la venta de indulgencias y otros pecados de la iglesia, fue como si una luz surgiera en medio de una era de tinieblas.
La Reina María causaba estragos a la verdadera fe cristiana en Inglaterra y Escocia. Pero Dios levantó a un hombre llamado John Knox en aquel tiempo de necesidad y desesperación. “Y con el rostro a tierra, Knox suplicó a Dios durante toda la noche para que vengara a Sus escogidos y le diera Escocia o le quitara la vida. El Señor le dio Escocia y quitó a la Reina del trono”.
Puede ser que ahora estés afrontando una de las crisis más graves de tu vida. Nunca temas. El Espíritu del Señor enviará refuerzos oportunos y te guiará a un lugar espacioso. ¡Solamente confía en él!
“Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová
levantará bandera contra él”
(Isa_59:19b).
Hay tiempos de crisis desesperadas en la vida, cuando Satanás lanza su artillería más potente contra el pueblo del Señor. El cielo se oscurece, la tierra tiembla y no parece quedar ni un rayo de esperanza. Pero Dios ha prometido enviar refuerzos a Su pueblo cuando la situación es extrema. El Espíritu del Señor levanta bandera contra el Diablo justo a tiempo.
Esclavizados por el tirano egipcio, la perspectiva del pueblo de Israel era poco prometedora. Estaban encogidos bajo los azotes del capataz. Pero Dios no era indiferente a sus gemidos. Levantó a Moisés para confrontar al Faraón y finalmente guiar a Su pueblo a la libertad.
En los días de los Jueces, invasores extranjeros mantuvieron en servidumbre a las tribus de Israel. A pesar de esto, en el momento más oscuro el Señor levantó libertadores militares para hacer retroceder al enemigo e introducir al pueblo en un periodo de tranquilidad.
Cuando Senaquerib guió al ejército asirio contra Jerusalén, la cautividad de Judá parecía inevitable. Humanamente hablando, no había manera de detener la fuerza irresistible del invasor. Sin embargo, el ángel del Señor pasó por el campo de los asirios por la noche e hirió a 185.000 hombres.
Cuando Ester era Reina de Persia, el enemigo vino como río promulgando un decreto inalterable que decía que los judíos en todo el reino debían ser ejecutados. ¿Frustraron a Dios los medas y los persas por medio de este decreto? De ningún modo, él arregló las cosas de tal manera que se promulgó otro decreto, permitiendo a los judíos defenderse en aquel día sombrío. Los judíos, ciertamente, salieron arrolladoramente victoriosos.
Cuando Savonarola vio la pobreza, opresión e injusticia en Florencia, vino a ser una bandera en las manos del Espíritu para traer una reforma.
Cuando Martín Lutero comenzó a tronar contra la venta de indulgencias y otros pecados de la iglesia, fue como si una luz surgiera en medio de una era de tinieblas.
La Reina María causaba estragos a la verdadera fe cristiana en Inglaterra y Escocia. Pero Dios levantó a un hombre llamado John Knox en aquel tiempo de necesidad y desesperación. “Y con el rostro a tierra, Knox suplicó a Dios durante toda la noche para que vengara a Sus escogidos y le diera Escocia o le quitara la vida. El Señor le dio Escocia y quitó a la Reina del trono”.
Puede ser que ahora estés afrontando una de las crisis más graves de tu vida. Nunca temas. El Espíritu del Señor enviará refuerzos oportunos y te guiará a un lugar espacioso. ¡Solamente confía en él!



miércoles, 27 de noviembre de 2013

DEVOCIONAL DIARIO

27 noviembre

Y él dijo: Mi presencia irá contigo,
y te daré descanso.
Éxodo 33:14

¡Preciosa promesa! Señor, dame la gracia de
apropiármela personalmente. A veces tenemos que salir de nuestra
morada, porque no tenemos aquí ciudad permanente. Con
frecuencia sucede que cuando nos sentimos más felices en un
lugar, somos repentinamente llevados a otra parte. Para este mal
tenemos un antídoto seguro: el Señor nos acompañará. Su rostro
es su favor, su presencia, cuidado y poder siempre estarán
con nosotros en cada paso de nuestra vida. Esto significa más de
lo que dice; porque realmente Él lo es todo. Si Dios está con
nosotros, poseemos el cielo y la tierra. ¡Ven conmigo, Señor, y
envíame adonde te plazca!
Empero buscamos un lugar de reposo. El
texto lo promete. Tendremos descanso que Él sólo nos da, que
procede de Él y en el cual nos guarda. Su presencia nos hará
descansar aun cuando estemos de camino, aun en medio de la
batalla. ¡Descanso! Palabra bendita. ¿Pueden disfrutar de él los
mortales? Sí, aquí está la promesa y por fe podemos pedir su
cumplimiento. El descanso viene del Consolador, del Príncipe
de Paz y del Padre glorioso que al séptimo día descansó de sus
obras. Estar con Dios es descansar en el más amplio sentido de
la palabra.

lunes, 25 de noviembre de 2013

RECONCILIATE CON DIOS


I.   Definición

La palabra «reconciliación» presupone un esta­do anterior de enemistad, o de malas relaciones, que termina con un acto que hace posible la amistad y las buenas relaciones. La palabra se emplea, en el orden natural, en  (1Co_7:11), donde dice Pablo que la mujer apartada de su marido ha de quedar sin casarse o debe «reconciliarse» con él. Es importante notar que, en el uso bíblico de estos términos, la enemistad es siem­pre la del hombre contra Dios y no la de Dios contra el hombre. Como hemos visto en estudios anteriores, la «ira de Dios» es la relación de Su justicia contra el pecado del hombre, y es compa­tible con Su amor para con el mundo rebelde, ya que dio a Su Hijo para hacer posible la salvación del hombre. La hostilidad del mundo ante Dios se puso de manifiesto en el rechazamiento y la crucifixión del Dios-Hombre,
Anticipando por un momento lo que se ha de detallar más abajo, diremos que la obra de la Cruz satisface las exigencias de la justicia de Dios, siendo la propiciación la que hace posible que se levante la ira de Dios que estaba sobre el hombre. En vista de este gran hecho, no existe impedimento de parte de Dios para el retorno del hombre a Su obediencia, y los mensajeros de la Cruz ruegan a los hombres: «Reconciliaos con Dios.» Toca al hombre deponer su actitud de re­beldía y acercarse humildemente al Trono, por medio del arrepentimiento y de la fe, cuando ha­lla que la paz ya está hecha en Cristo Jesús y que el trono de justicia se ha trocado en trono de gra­cia.

II.   La base

Se explica la base de la reconciliación en  (Rom_5:10-11): «Porque si siendo enemigos, fui­mos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida..., también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.» Aquí se ve claramente que es la muerte del Hijo la que hace posible la paz entre Dios y el hombre, y el tema se enlaza estrechamente con el de la propi­ciación. Dios no podía «hacer las paces» con el hombre a cualquier precio, sino sólo sobre la base de satisfacción de Su justicia. El pasaje que más claramente destaca esta doctrina es  (2Co_5:18-21), donde vemos que «Dios... nos re­concilió consigo mismo por Cristo»  (2Co_5:18) y que «Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mis­mo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados». En estas últimas palabras no se trata de la unión del Padre y del Hijo en la obra, sino más bien indican que Dios efectuó la reconciliación por medio de Su Hijo. La piedra an­gular de la doctrina se halla en el versículo 21 (2Co_5:21): «Al que no conoció pecado, [Dios] por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justi­cia de Dios en él.» (Véase también  (Col_1:20-22).)

III.   La proclamación de la reconciliación

Este aspecto de la gran obra única de la Cruz tiene que ver con las relaciones entre Dios, como soberano, y los hombres como súbditos rebeldes, quienes, por un acto de su propia voluntad, que­dan bajo el poder de Satanás, el «príncipe de este mundo». Con mucha propiedad, pues, los mensa­jeros de la Cruz se llaman embajadores cuando se trata de anunciar la reconciliación, porque repre­sentan al Soberano, que llama a Sus súbditos re­beldes a que vuelvan a Su obediencia. Así, dice Pablo en el pasaje ya citado: «Dios... nos dio el ministerio de la reconciliación..., nos encargó a nosotros la palabra [mensaje] de reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; roga­mos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.» En cuanto a esta última cita, debemos no­tar que la palabra «os» en la Versión Reina Valera no está en el original. Pablo no rogaba a los creyentes de Corinto que se reconciliasen, porque ya lo estaban, sino que les explicaba el carácter de su ministerio ante el mundo en general. El predicador se acerca a los hombres en el nombre de Cristo y con la comisión del Dios Alto, amo­nestándoles que dejen su rebeldía, pues el Rey mismo ha provisto el medio para hacer posible su perdón y su recepción en el Reino.

IV.   La recepción de la reconciliación

Ya se ha destacado que es el hombre quien tie­ne que reconciliarse con Dios, pues de parte de Dios todo está hecho. Es en Cristo que se recibe  (Rom_5:11) y el único medio es la fe en el Hijo de parte del hombre arrepentido  (Jua_3:36)).

V.   El alcance de la reconciliación

A. La oferta se hace extensiva tanto a los ju­díos como a gentiles, y la obra de la Cruz derriba la barrera que antes existía entre ambas razas  (Efe_2:13-19). Este pasaje es importante, y pode­mos notar la hermosísima expresión: «Él [Cristo] es nuestra paz.»
B. Llegará el día cuando no existirá ningún elemento rebelde en la creación de Dios, fuera de los espíritus malignos y los hombres que rechaza­ron la luz, y aun éstos se someterán a la fuerza, ya que no quisieron hacerlo voluntariamente. Aparte estas salvedades, el alcance de la reconci­liación es universal, según lo hallamos expresado en el pasaje de fundamental importancia de  (Col_1:20-22): «Y por medio de Él [Cristo] re­conciliar consigo todas las cosas, así las que es­tán en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo ex­traños y enemigos...» No se mencionan las cosas que están debajo de la tierra, o sea, los elementos asociados con la rebelión del diablo. ¡Bendito día aquel cuando nada ni nadie se opondrá a la vo­luntad de Dios!

sábado, 23 de noviembre de 2013

LA VERDAD DEL EVANGELIO



“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne”
(1Ti_3:16).
El misterio es grande, no porque sea enigmático sino porque es asombroso. El misterio es la verdad extraordinaria que Dios fue manifestado en carne.
Significa, por ejemplo, que el Eterno nació en un mundo donde hay tiempo, y vivió en una esfera de calendarios y relojes.
Aquel que es Omnipresente y capaz de estar en todos los lugares al mismo tiempo, se confinó a Sí mismo a un sólo lugar: Belén, Nazaret, Capernaúm o Jerusalén.
Es maravilloso pensar que el Dios Grande, que llena el cielo y la tierra se comprimiera en un cuerpo humano. Cuando los hombres lo miraban podían decir con precisión: “En él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad”.
El misterio nos recuerda que el Creador visitó este insignificante planeta llamado Tierra. Siendo tan sólo una partícula de polvo cósmico, en comparación con el resto del universo, no obstante, pasó por alto el resto para llegar aquí. ¡Del palacio del cielo a un establo, a un pesebre!
El Omnipotente se convirtió en un indefenso Bebé. No es exagerado decir que Aquel a quién María sostenía en sus brazos también sostenía a María, porque él es el Sustentador así como el Hacedor.
El Omnisciente es la fuente de toda sabiduría y conocimiento y a pesar de esto, leemos acerca de él que, siendo Niño, crecía en sabiduría y conocimiento. Es casi increíble pensar que el Dueño de todo llegaba como alguien inoportuno a sus propias posesiones. No hubo lugar para él en el mesón. El mundo no le conoció, los Suyos no le recibieron.
El Amo llegó al mundo como un Siervo. El Señor de la gloria veló Su gloria en un cuerpo de carne. El Señor de la vida vino al mundo a morir. El Santo se internó en una jungla de pecado. Aquel que es infinitamente alto llegó a ser íntimamente cercano. El Objeto de la delicia del Padre y de la adoración angélica se encontró hambriento, sediento y cansado, junto al pozo de Jacob, durmió en una barca en Galilea y vagó “como un extranjero sin hogar en el mundo que Sus manos habían hecho”. Vino del lujo a la pobreza, sin tener siquiera un lugar donde reclinar Su cabeza. Trabajó como carpintero. Jamás durmió en un colchón. Nunca tuvo agua corriente caliente y fría u otras comodidades que nosotros damos por sentado.


DEVOCIONAL DIARIO

“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo... Porque cada uno llevará su propia carga”
(Gal_6:2, Gal_6:5).
Una lectura superficial de estos dos versículos podría convencer fácilmente a una persona de que presentan una flagrante contradicción. El primero dice que unos debemos llevar las cargas de los otros, el segundo que cada uno debe llevar su propia carga.
La palabra traducida como “cargas” en el versículo 2 significa cualquier cosa que agobia espiritual, física y emocionalmente a una persona. En su contexto inmediato se refiere al peso de la culpa y el desaliento que llega a la vida de un hombre que ha sido sorprendido en una falta (v. Gal 6:1). Ayudamos a tal hermano cuando echamos sobre su cuello un brazo amoroso y le reconquistamos a una vida de comunión con Dios y con Su pueblo. Pero las cargas también incluyen las penas, problemas, aflicciones y frustraciones de la vida que a todos nos llegan. Llevamos las cargas de los otros cuando consolamos, animamos, compartimos nuestras cosas materiales y damos consejo constructivo. Esto quiere decir que nos involucramos en los problemas de los demás, a pesar del alto coste personal que esto pueda representarnos. Cuando hacemos esto, cumplimos la ley de Cristo, que es amarnos los unos a los otros. Demostramos nuestro amor de una manera práctica gastando en los demás y siendo gastados por ellos.
En cambio, en el versículo 5 se utiliza una palabra diferente para “carga”. Aquí, ésta significa cualquier cosa que tiene que llevarse, sin que indique nada en cuanto a si la carga es ligera o pesada. Lo que Pablo dice aquí es que cada uno tendría que llevar su propia carga de responsabilidad en el Tribunal de Cristo. Entonces, no será cuestión de cómo nos comparamos con los demás. Seremos juzgados sobre la base de nuestros propios hechos y las recompensas serán distribuidas de acuerdo a esto.
La conexión entre los dos versículos parece ser ésta. Una persona que restaura al que ha sido sorprendido en una falta puede caer en la trampa de sentirse superior. Llevar las cargas del hermano caído puede hacerle creer que posee un nivel de espiritualidad más alto y así puede compararse favorablemente con el santo que peca. Pablo le recuerda que cuando esté ante el Señor, tendrá que dar cuenta de sí mismo, de su propia obra y carácter y no de la otra persona. Tendrá que llevar su propia carga de responsabilidad.
De modo que los dos versículos no se contradicen entre sí. Más bien se complementan en armonía estrecha.





sábado, 16 de noviembre de 2013

LOS BENEFICIOS DE DIOS





“¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre de Jehová”
(Sal_116:12-13).
En lo que respecta a la salvación de nuestras almas, nada hay que podamos hacer para ganarla o merecerla. Dios no está en deuda con nosotros así como tampoco podemos reembolsarle nada, porque la salvación es un don de pura gracia.
La respuesta adecuada a la oferta gratuita de Dios de la vida eterna es, en primer lugar, tomar la copa de la salvación, esto es, aceptarla por fe, entonces debemos invocar el nombre del Señor, es decir, agradecerle y alabarle por Su don inefable.
Aún después de haber sido salvos no hay nada que podamos hacer para recompensar al Señor por todos Sus beneficios para con nosotros. “Aun dándole todo mi ser, queda pequeña la ofrenda”. Sin embargo, hay una respuesta apropiada que podemos dar, y es lo más razonable que podemos hacer. “Amor tan asombroso y divino, demanda mi alma, mi vida, mi todo”. 
Si el Señor Jesús dio Su cuerpo por nosotros, lo mínimo que podemos hacer es dar nuestros cuerpos por él.
Pilkington de Uganda decía: “Si él es Rey, tiene derecho a todo”. C. T. Studd escribió: “Cuando me di cuenta de que Jesucristo había muerto por mí, no me pareció difícil entregárselo todo a él”.
Borden de Yale oró: “Señor Jesús mi voluntad ya no cuenta en mi vida y te pongo en el trono de mi corazón”.
Betty Scott Stam decía en oración: “Me doy a mí misma, mi vida, mi todo, enteramente a Ti, para ser Tuya para siempre”..
Charles Haddon Spurgeon decía: “Aquel día cuando me rendí al Señor, le entregué mi cuerpo, mi alma, mi espíritu; le di todo lo que tenía, y todo lo que tendré en el tiempo presente y por la eternidad. Le entregué todos mis talentos, mis poderes, mis facultades, mis ojos, mis oídos, mis miembros, mis emociones, mi juicio, toda mi virilidad, y todo lo que de ésta pudiese venir”.
Finalmente, Isaac Watts nos recuerda que: “gotas de pena no podrán pagar la gran deuda de amor que debo yo”, añadiendo después: “Te entrego mi ser, amado Señor, pues es lo único que puedo hacer”. 
La pasión del Señor Jesús, Sus manos y pies ensangrentados, Sus heridas y Sus lágrimas demandan una respuesta apropiada: el sacrificio de nuestras vidas para él.





DEVOCIONAL DIARIO





“Sed pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”
(Mat_10:16).
Un elemento importante de la sabiduría práctica es el tacto. El cristiano debe aprender a ser discreto. Esto significa que debe desarrollar una delicada sensibilidad en lo que respecta a qué hacer y decir para evitar ofender y cimentar buenas relaciones. La persona discreta se pone en el lugar del otro y se pregunta: “¿Cómo me gustaría que me lo dijeran o hicieran a mí?” Busca ser diplomático, considerado, bondadoso y perspicaz.
Desafortunadamente la fe cristiana ha tenido en sus filas un número considerable de personas faltas de tacto. Un ejemplo clásico es un peluquero cristiano que trabajaba en un pequeño pueblo del oeste. Un día entró en la peluquería un desafortunado cliente, y pidió que le afeitase. El peluquero lo sentó, le ató al cuello el peinador, e inclinó la silla hacia atrás. En el techo el cliente vio escritas las palabras: “¿Dónde pasarás la eternidad?” El peluquero le enjabonó generosamente la cara; entonces, mientras afilaba la navaja, comenzó su testimonio evangelístico con la pregunta: “¿Está usted preparado para encontrarse con Dios?” El cliente salió disparado de la silla, con el peinador, espuma y todo, y nunca se volvió a oír de él desde entonces.
Una vez, un celoso estudiante salió una noche para evangelizar. Caminando por una calle oscura vio en las sombras a una joven caminando delante de él. Al tratar de alcanzarla, ella comenzó a correr. Ansioso, corrió tras ella. Cuando ella dobló el paso, él hizo lo mismo. Finalmente ella corrió hacia el portal de una casa, aterrorizada, y buscando nerviosamente las llaves en su bolso. Cuando vio que él corría hacia el porche, quedó tan paralizada de terror que no pudo ni gritar. él entonces, sonriendo, le entregó un folleto y se fue feliz por haber alcanzado a otro pecador con el evangelio.
Se necesita mucho tacto cuando se visita a un enfermo. En nada le ayuda que digamos: “¡Qué pálida estás!” o contarle historias y anécdotas negativas como: “Conozco a una persona que tenía esta enfermedad y murió”. Esto es muy típico, y todos se disculpan diciendo que sólo querían ayudar, pero, ¿quién quiere esa clase de compañía o consuelo?
Hemos de ser discretos cuando visitamos a los afligidos. No debemos ser como el texano que le dijo a la viuda de un político asesinado: “¡Y pensar que tuvo que pasar en Texas!
Dios bendiga a aquellos santos escogidos que siempre saben cómo decir la palabra apropiada y bondadosa. Y que Dios nos enseñe al resto a cómo ser diplomáticos y discretos en vez de gente que va tropezando y pisando a los demás por su falta de tacto.





jueves, 14 de noviembre de 2013

LA VERDAD DE LA BIBLIA



“...los indoctos e inconstantes tuercen... las otras Escrituras para su propia perdición” (2Pe_3:16b).
El Dr. P. J. Van Gorder acostumbraba hablar de un letrero, colocado afuera de una carpintería, que decía: “Se hacen toda clase de torceduras y vueltas”. Los carpinteros no son los únicos que sirven para esto; muchos que profesan ser cristianos también tuercen y dan vueltas a las Escrituras cuando les conviene. Algunos, como dice nuestro versículo, tuercen las Escrituras para su propia perdición.
Todos somos expertos para justificar, es decir, excusar nuestra desobediencia pecaminosa ofreciendo elogiosas explicaciones o atribuyendo motivos dignos a nuestro proceder. Intentamos torcer las Escrituras para que se acomoden a nuestra conducta. Damos razones plausibles aunque falsas que den cuenta de nuestras actitudes. Aquí hay algunos ejemplos.
Un cristiano y hombre de negocios sabe que está mal recurrir a los tribunales contra otro creyente (1Co_6:1?8). Más tarde, cuando se le pide cuentas por esta acción, dice: “Sí, pero lo que él estaba haciendo estaba mal, y el Señor no quiere que se quede sin castigo”.
Mari tiene la intención de casarse con Carlos aún cuando sabe que él no es creyente. Cuando un amigo cristiano le recuerda que esto está prohibido en 2Co_6:14, ella dice: “Sí, pero el Señor me dijo que me casara con él para que así pueda guiarle a Cristo”.
Sergio y Carmen profesan ser cristianos, sin embargo viven juntos sin estar casados. Cuando un amigo de Sergio le señaló que esto era fornicación y que ningún fornicario heredará el reino de Dios (1Co_6:9-10), se picó y replicó: “Eso es lo que tú dices. Estamos profundamente enamorados el uno del otro y a los ojos de Dios estamos casados”. Una familia cristiana vive en lujo y esplendor, a pesar de la amonestación de Pablo de que debemos vivir con sencillez, contentos con tener sustento y abrigo (1Ti_6:8). Justifican su estilo de vida con esta respuesta ingeniosa: “Nada hay demasiado bueno para el pueblo de Dios”.
Otro hombre de negocios codicioso, trabaja día y noche para amasar ávidamente toda la riqueza que puede. Su filosofía es: “No hay nada de malo con el dinero. Es el amor al dinero la raíz de todo mal”. Nunca se le ocurre pensar que él podría ser culpable de amar al dinero.
Los hombres intentan interpretar sus pecados mejor que lo que las Escrituras les permiten, y cuando están resueltos a desobedecer la Palabra y esquivarla como puedan, una excusa es tan buena (o mala) como la otra.



viernes, 8 de noviembre de 2013

ORANDO EN TODO TIEMPO




Sal 5:2  Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, 
 Porque a ti oraré. 
Sal 5:3  Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; 
 De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. 

Col 4:2  Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; 

Stg 5:13  ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

LOS NOMBRES DE DIOS

JEHOVÁ

[יְהוָה] 

Significado: “YO SOY”, el que es autoexistente. 
Aplicación: Dios nunca cambia. Sus promesas nunca fallan. Cuando nosotros somos infieles, Él es fiel. Es necesario que le obedezcamos. 
Referencias bíblicas: Éxo_3:14; Éxo_6:2-4, Éxo_34:5-7; Salmo 102.
Comentario: Un traductor alemán del siglo XVI escribió el nombre YHVH (YHWH) utilizando las vocales de Adonai debido a que los textos judíos antiguos que estaba traduciendo tenían las vocales de Adonai debajo de las consonantes de YHVH. Al hacerlo ideó el nombre YaHoVah

lunes, 4 de noviembre de 2013

POR LA GRACIA DE DIOS

“...por la gracia de Dios soy lo que soy”
(1Co_15:10).
Una de las agonías de la vida que nos infligimos a nosotros mismos es tratar de ser alguien que nadie tuvo la intención de que fuéramos. Cada uno es una creación única de Dios. Como alguien a dicho: “Cuando él nos hizo, en seguida rompió el molde”. Nunca deseó que nosotros tratáramos de cambiarla.
Maxwell Maltz escribió: “Tú como personalidad no estás en competencia con ninguna otra persona, por la sencilla razón de que no hay otra como tú en toda la faz de la tierra. Eres un individuo. Eres único. No eres como ninguna otra persona y jamás podrás ser ninguna otra persona. No se supone que debas ser como ninguna otra persona y no “se supone” que nadie deba ser como tú”.
 “Dios no creó a una persona modelo y la etiquetó diciendo: así deben ser todos. Hizo a cada ser humano individual y único así como hizo cada copo de nieve individual y único.
Cada uno de nosotros es el producto de la sabiduría y amor de Dios. Al hacernos como somos, sabía exactamente lo que hacía. Nuestra apariencia, inteligencia y talentos representan lo mejor de él para nosotros. Cualquiera que tuviera conocimiento y amor infinitos habría hecho lo mismo.
Ahora bien, desear ser diferentes a como somos es un insulto a Dios. Sugiere que él ha cometido un error o que nos ha negado algo que habría sido para nuestro bien.
Desear ser distinto es inútil. Dios nos ha hecho y nos ha dado todo lo que tenemos con un objetivo. No hay duda de que podemos imitar las virtudes de otras personas, pues Dios así nos manda, que seamos imitadores, pero aquí estamos hablando de lo que somos físicamente y en talentos como creación de Dios.
Si estamos insatisfechos con el proyecto de Dios para nuestra vida, nos paralizaremos con sentimientos de inferioridad. Pero ésta no es una cuestión de inferioridad. No somos inferiores, únicamente individuales y únicos.
Todo intento de ser lo que no somos está condenado al fracaso. Es tan inconcebible como si un dedo de nuestra mano tratara de hacer la labor del corazón. ése no fue el designio de Dios y simplemente no funcionará.
La actitud adecuada está en decir con Pablo: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1Co_15:10). Debemos regocijarnos porque somos un diseño especial de Dios y determinar utilizar lo que somos y tenemos al máximo para Su gloria. Hay muchas cosas que no podremos hacer, pero hay otras que podemos hacer y que otros no.