LAS CONDICIONES DEL DISCIPULADO
El verdadero cristianismo consiste en una entrega absoluta al Señor Jesucristo. El Salvador no está buscando personas que le dediquen sus tardes libres, sus fines de semana o sus años de jubilados. El busca personas dispuestas a darle el primer lugar en su vida. "El busca, y siempre ha sido así, no multitudes que van a la deriva y sin propósito en su senda, sino hombres y mujeres que individual y espontáneamente se consagran a su servicio por haber reconocido que El necesita personas dispuestas a seguir en el sendero de la negación personal por el que El caminó primero."
La única respuesta adecuada al sacrificio de Cristo en el Calvario es la rendición incondicional a él. El amor Divino tan maravilloso no puede ser satisfecho con algo menos que la entrega de nuestra vida, nuestra alma, nuestro todo . . .
El Señor Jesús planteó exigencias rigurosas a los que iban a ser sus discípulos, demandas que han sido totalmente olvidadas en estos días de vida materialista. Con mucha frecuencia consideramos el cristianismo como un escape del infierno y una garantía del cielo. Aún más, pensamos que tenemos perfecto derecho a disfrutar de lo mejor de esta vida. Sabemos que en la Biblia hay muchos versículos que hablan fuerte acerca del discipulado, pero nos parece difícil conciliarios con nuestras ideas acerca de lo que debe ser el cristianismo.
Aceptamos que los soldados entreguen sus vidas por razones patrióticas. No nos extraña que los hombres pongan su vida por ideologías políticas. Pero que la característica de la vida de un seguidor de Cristo sea "sangre, sudor y llanto", nos parece remoto y difícil de asimilar. Sin embargo, las palabras del Señor Jesús, son bastante claras. No hay el más mínimo lugar para malinterpretarlas si las aceptamos en su verdadero valor. Estas son las condiciones del discipulado tal como las dio el Salvador del mundo:
1. Un amor supremo por Jesucristo.
Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, y a su madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y aún también su vida, no puede ser mi discípulo. (Luc_14:26)
Esto no quiere decir que debamos tener indisposición o mala voluntad en nuestro corazón hacia nuestros familiares, sino que nuestro amor a Cristo debe ser tan denotado que en comparación, todos los demás afectos parezcan odio. En realidad la parte más difícil de este pasaje es la expresión "y aún su propia vida". El amor propio es uno de los obstáculos más persistentes para el discipulado. Mientras no estemos dispuestos a ofrecer voluntariamente nuestra vida a disposición de Cristo, no estaremos en el lugar donde El desea que estemos.
2. Una negación del Yo.
"Si alguno quiere venir en pos de mí. niéguese a sí mismo ..." La negación del Yo no es lo mismo que la abnegación. Esto último significa privarse de algunas comidas, placeres o posesiones. La negación del Yo es una sumisión tan completa al Señorío de Cristo, que el Yo no tiene derechos ni autoridad alguna. Significa que el Yo abdica del trono. Henry Martin lo expresa así: "Señor, no permitas que tenga voluntad propia ni considere que mi felicidad depende en lo más mínimo de las cosas que pueden sucederme exteriormente, sino que descanse completamente en tu voluntad."
CONTINUARA...
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