27 noviembre
Y él dijo: Mi presencia irá contigo,
y te daré descanso.
Éxodo 33:14
¡Preciosa promesa! Señor, dame la gracia de
apropiármela personalmente. A veces tenemos que salir de nuestra
morada, porque no tenemos aquí ciudad permanente. Con
frecuencia sucede que cuando nos sentimos más felices en un
lugar, somos repentinamente llevados a otra parte. Para este mal
tenemos un antídoto seguro: el Señor nos acompañará. Su rostro
es su favor, su presencia, cuidado y poder siempre estarán
con nosotros en cada paso de nuestra vida. Esto significa más de
lo que dice; porque realmente Él lo es todo. Si Dios está con
nosotros, poseemos el cielo y la tierra. ¡Ven conmigo, Señor, y
envíame adonde te plazca!
Empero buscamos un lugar de reposo. El
texto lo promete. Tendremos descanso que Él sólo nos da, que
procede de Él y en el cual nos guarda. Su presencia nos hará
descansar aun cuando estemos de camino, aun en medio de la
batalla. ¡Descanso! Palabra bendita. ¿Pueden disfrutar de él los
mortales? Sí, aquí está la promesa y por fe podemos pedir su
cumplimiento. El descanso viene del Consolador, del Príncipe
de Paz y del Padre glorioso que al séptimo día descansó de sus
obras. Estar con Dios es descansar en el más amplio sentido de
la palabra.
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